Las fases del amor

Las fases del amor

Si la semana pasada, Mercedes nos daba algunas ideas para cultivar nuestro amor propio, hoy queremos reflexionar acerca de las fases del amor en la relación de pareja. Para empezar, nos planteamos la siguiente pregunta: ¿El amor en la pareja es algo duradero e invariable con el paso del tiempo? Existen mitos y creencias erróneas sostenidas por nuestra cultura a lo largo de la historia que alimentan la idea de que este sentimiento ha de perdurar para siempre y mantenerse con la misma intensidad en el transcurso del tiempo. Sin embargo, a nivel teórico, se han llevado a cabo diferentes estudios e investigaciones para intentar dar una respuesta y objetivar esta cuestión.

En este caso, hemos tomado como referencia un artículo llamado “Curso temporal de los componentes básicos del amor a lo largo de la relación de pareja”  de Carlos Yela García, Doctor en Psicología. En esta publicación, se sugiere la existencia de tres fases fundamentales en la evolución del amor: Enamoramiento, Amor Pasional y Amor Compañero. Veamos en qué consisten cada una de ellas:

  • Enamoramiento. Esta es la fase inicial y abarcaría los primeros meses de la relación de pareja hasta el medio año aproximadamente. Durante este período, se produce un fuerte incremento de todos los componentes amorosos, pero sobre todo de la Pasión Romántica. La persona vive una especie de vorágine emocional, con sensaciones y sentimientos nuevos, caracterizada por un fuerte deseo de establecer un vínculo afectivo con el/la otro/a, además de una alta activación fisiológica y sexual. Se trata pues, de un período de mucha agitación, acompañado por múltiples y variadas reacciones neuroquímicas.
  • Amor Pasional. Esta fase tiene lugar entre el medio año y los cuatro años aproximadamente. Se produce un aumento progresivo de la Pasión Romántica y la Pasión Erótica se acerca a su punto máximo. También se da un papel relevante al Compromiso y la Intimidad que siguen creciendo gradualmente. Es un período en el que se pone a prueba la confianza como base de la relación.
  • Amor Compañero. Este período daría comienzo a partir de los cuatro años de relación. Se caracteriza por una disminución de la Pasión Romántica y más destacada de la Pasión Erótica, y un mayor nivel de Intimidad y Compromiso.

Hay que tener en cuenta que en esta investigación, el 8% de los participantes llevaban más de 7 años de relación, por lo tanto, no se pueden realizar afirmaciones con suficientes garantías más allá de esas fechas.

En conclusión, podemos decir que el amor en la relación de pareja es un sentimiento que va evolucionando con el paso del tiempo,  no siempre tiene la misma intensidad ni las mismas características,  y es imprescindible cuidarlo y prestarle atención de forma constante. Terminamos con un toque de humor que tal vez nos ayude a verlo más claro:

El secreto del amor es mantener viva la llama del amor

Si te gustaría leer el artículo completo que hemos mencionado, lo tienes aquí.

Begoña López

 

Relaciones tóxicas: Qué son y cómo detectarlas

Relaciones tóxicas: Qué son y cómo detectarlas

Cuando catalogamos  algo como tóxico, por ejemplo una sustancia, queremos decir que ésta nos puede producir algún daño, que es mala para nuestro organismo. Del mismo modo, podemos hablar de relaciones tóxicas, en este caso, enfocadas en el ámbito de pareja. Son aquellas en las cuales uno o los dos miembros de la relación sufren y les genera mucho malestar emocional. Vamos a describir más detalladamente cuáles son las principales características de este tipo de relaciones.

Para empezar, una de las señales más evidentes tiene que ver con las faltas de respeto y descalificaciones, que pueden darse de forma unilateral o mutua. Se produce entonces una especie de dinámica perversa, en la que el  objetivo del ataque es minar al otro y ostentar una posición de dominio y superioridad, creando así una relación de poder asimétrica.

El chantaje emocional es también característico en las relaciones tóxicas de pareja. Esta situación ocurre cuando uno adopta el papel de víctima y tiende a culpabilizar reiteradamente a la otra persona de todos sus males, de sus dificultades y de sus problemas. Se expresa en forma de presión y amenaza hacia el otro, poniendo condiciones y advirtiendo de consecuencias indeseables en el que caso de que la otra persona haga algo que le enfade. Quizás lo entendamos mejor con un ejemplo. A mí me gustaría salir de vez en cuando con mis amigas a tomar algo, pero mi pareja me dice abiertamente que le molesta, y además añade “tú verás lo que haces”, “si te vas es que no me quieres tanto como dices”. Este tipo de comentarios pueden hacer que la otra persona deje de lado sus deseos y preferencias por “contentar” a la pareja y evitar así que ésta se enfade, pero esto no es más que una estrategia de manipulación afectiva que posiblemente se seguirá repitiendo con cierta frecuencia y consolidará un modo de relacionarse culpabilizador y limitante.

Por otra parte, en este tipo de relaciones además pueden aparecer comportamientos de control, la desconfianza y los celos; todo ello, una vez más, lo puede ejercer sólo uno de los miembros de la pareja o darse de modo recíproco. Normalmente, detrás de todo ello, se encuentra el miedo a perder al otro, pero desde un punto de vista de posesión, como un objeto que piensa/n que le/s pertenece. Quien lo sufre se ve sometido/a a una intensa angustia y tensión, porque se ve siempre teniendo que dar explicaciones, y por desgracia, éstas casi siempre son insuficientes para desmontar lo que habitualmente es una creencia irracional relacionada con una supuesta infidelidad (o tentativa de la misma).

En resumen, las relaciones tóxicas suponen para las personas que se encuentran atrapadas en ellas un enorme desgaste emocional. Lo primero para poder salir de ese atolladero consiste en identificar algunos de estos indicadores que acabamos de explicar. Recuerda que una relación sana se construye sobre unos pilares fuertes: respeto, confianza, apoyo mutuo, libertad para decidir y expresar opiniones… Una relación afectiva debería sumar, no restar, que nos sintamos plenos/as y sobre todo, que nos permita ser nosotros/as mismos/as. Si ves que hay algo de lo que has leído hasta este momento con lo que te identificas, actúa, pide ayuda: la línea que separa lo tóxico de una situación de maltrato es muy, muy delgada. Date permiso para elegir quién quieres que esté a tu lado, tienes ese derecho: nuestra recomendación es que lo ejerzas.

Begoña López

 

La violencia de género hacia mujeres mayores

La violencia de género hacia mujeres mayores

La violencia de género es un complejo fenómeno que, en general, produce efectos devastadores en la salud física y mental de las mujeres a las que les ocurre, afectando a todas las esferas de su vida y con independencia del tiempo que hayan estado expuestas (una relación de escasos meses puede dejar tras de sí importantes secuelas emocionales). Sin embargo, si nos centramos en aquellas mujeres de edad avanzada que mantienen o han mantenido relaciones de pareja de larga duración, cabe esperar que el daño se haya ido cronificando con el paso del tiempo.

Las mujeres mayores que se encuentran inmersas en una relación de maltrato duradera representan un colectivo especialmente vulnerable e invisible.  En primer lugar, puede que no sean conscientes de la situación de violencia a la que se ven sometidas, es decir, se han habituado: vivencian los ataques, los desprecios, humillaciones, amenazas e incluso las agresiones físicas como algo normal. El marido, agresor, se ha ido encargando poco a poco de ir arrebatándoles su libertad, su capacidad para tomar decisiones y destruyendo su identidad y su autoestima. Por su parte, muchas de las mujeres han crecido y han sido educadas de acuerdo a los roles tradicionales asignados al género femenino: priorizar el cuidado hacia los demás, anteponiendo las necesidades y deseos de los otros por encima de los suyos propios.

Otro de los motivos de la especial vulnerabilidad de las mujeres mayores tiene que ver con la dependencia económica de su pareja, provocada, bien por la falta de recursos económicos propios, bien por limitar el acceso a los mismos, habiéndose dedicado por completo al cuidado familiar y a las tareas domésticas. Esta circunstancia la conoce tan bien su pareja, que no duda en aprovecharla para hacerle ver que sin él no es nadie ni podrá salir adelante por sí sola. Todo esto conlleva en las mujeres un estado de absoluta indefensión, sintiendo que no les queda más remedio que seguir al lado de la persona que les está dañando constantemente. En definitiva, la resignación es la nota predominante.

También hay que considerar la falta de apoyo y la escasa visibilización de la situación de violencia. En muchas ocasiones, las mujeres mayores guardan silencio y ocultan a su entorno más cercano lo que esta sucediendo en su relación de pareja. Esto puede deberse a los fuertes sentimientos de culpa, vergüenza, miedo y desesperanza que les invaden y les impiden ver y actuar para buscar alternativas y soluciones.

Una vez que hemos puesto de manifiesto las cuestiones y los aspectos que caracterizan las situaciones de violencia en la pareja de edad avanzada, como reflexión creemos que ya es tiempo de desarrollar protocolos específicos de actuación y potenciar la formación de los profesionales que trabajan en estos contextos, y así visibilizar una realidad que permanece oculta y que merece toda nuestra atención y todo nuestro esfuerzo.

Para terminar, queremos dejaros una preciosa idea propuesta por un magistrado de Valencia, Enrique Ortolá; se trata de un decálogo contra la violencia sobre la mujer que incluye 10 frases e ilustraciones y cuyo objetivo es ayudar a concienciar a mujeres que se encuentran atrapadas en una relación de violencia de género y animarlas a dar el paso para salir de ahí (el archivo pdf está al final de la página y se llama «Campaña Ya está bien»).

Begoña López

Discusiones de verano, que diga, de pareja

Discusiones de verano, que diga, de pareja

Discusiones de verano, que diga, de pareja

 

Qué bonito sería (al son de la canción de Rosario Flores) que las relaciones de pareja fuesen fáciles, gratificantes a tiempo completo y, ya que nos ponemos a pedir, que la otra persona acertara en lo que a mi me apetece, en el momento perfecto y de la forma exacta. Qué bonito sería que no existiesen los problemas de pareja. ¡Ayyyy! (suspirito de los de madre esperando que sus hijos maduren).

 

Pues tenemos una noticia mala y otra buena. La primera es que eso es casi imposible (y decimos «casi» para que no rompas a llorar ya por desilusión). Hasta ahora el ser humano no tiene la capacidad de adivinar la mente y si no le dices qué es lo que quieres, no lo sabrá. Lo sentimos mucho. Olvídate de esos adolescentes de las pelis americanas románticas en las que el chico (de esos que estaban potentorros y tan guapos que empalagan) llama a la puerta de su amada para llevarle los bombones o las flores que a ella le encantan justo en la tarde que ella más lo necesita. Que no te engañen, NO EXISTE. Lo volvemos a sentir, y mucho. Si ves que no lo superas puedes llamarnos. La segunda noticia, y buena, es que no está todo perdido. La clave para evitar los problemas de pareja es la comunicación.

Problemas de pareja. Ampsico

Un alto porcentaje de los problemas de pareja es debido a una falta de comunicación o que ésta es llevada a cabo de manera errónea. Algo así como el juego del teléfono escacharrado. Los errores de interpretación, utilizar un tono más alto de lo debido o decir que lo que hoy ha pasado te ha molestado pero en realidad estás pensando en las 6788 veces anteriores que ha sucedido lo mismo, son algunos de los elementos que juegan en contra de una buena convivencia. La pareja, al igual que cualquier otra relación, necesita tener una comunicación sana, clara y empática. De lo contrario nos metemos en un agujero de esos negros, pero negro negro.

Varios estudios relacionan las vacaciones con un aumento de las discusiones de pareja. Y como están a la vuelta de la esquina, si no estás ya disfrutándolas (y discutiendo), queremos proponerte varias cosas para que los malos rollos no entren en vuestra maleta de viaje. ¡Ojo! Si no tienes pareja y te vas con amigos también te sirven estos consejos:

  • Dí realmente lo que sientes o piensas, olvídate del sarcasmo o de «los tiritos». Si hoy te apetece playa en vez de ir a pasear al centro dí: «me apetece pasar el día en la playa». Evita: «tú sabrás qué es mejor» (con la intención de reprocharle que su elección del plan de anoche fue nefasta. Ignorando por cierto lo que tú querías hacer) o «ya sabes lo que prefiero». Recuerda, nadie tiene la capacidad de leer la mente o de descubrir qué es lo que quieres hoy. Ni si quiera tu pareja con la que llevas años y debería saberlo. DEBERÍA, más adelante hablamos de esto.

 

  • Piensa en ti pero también en la otra persona (es decir, lo que se llama ser empático): «¿Qué te parece si ahora vamos a la playa y esta tarde damos una vuelta por el centro?» o «Podemos ir por la mañana de turismo y comer cerca de la playa para estar ahí por la tarde». Te tienes en cuenta a ti mismo/a y a la otra persona. Negocia.

 

  • No interpretes. Aguanta los nervios y pregunta porqué no ve bien la opción que tú le has propuesto. Asegúrate de que te has enterado. En ocasiones, y por no hablar claramente, entendemos mal el mensaje y ¡BOOM! comienza una discusión. Cuidado con los agujeros negros. ¡Que son muy negros! Mejor seguir negociando que tirarte de cabeza al abismo.

 

  • Los deberías… ¿sabes esa persona con la que es insoportable estar? Con quién es difícil llegar a un acuerdo o convivir, pues ese es el debería. «Deberías saber que yo quiero playa», «deberías conocerme mejor»… solo conducen a la discusión. Agujero negro.

 

  • Otros amigos a los que no invitar a la fiesta son: nunca, siempre, todo y nada. Mejor que no estén en vuestra conversación. Hacen que el mensaje se haga extremo. Son como los típicos que necesitan llamar la atención a donde quiera que vayan (qué pesados, madre mía).

Y dicho esto, que quede bien claro que siempre voy a querer ir a la playa y nunca voy a preferir otro plan. No hay nada mejor ;-D.

Feliz verano, parejas. Feliz verano, amigos. Y no discutáis, hay mil maneras más de pasar el tiempo.

 

Julia Romero Bernal, psicóloga en Ampsico

¿Cuál es la relación entre autoestima y asertividad?

¿Cuál es la relación entre autoestima y asertividad?

La semana pasada, Cristina nos hablaba un poco en este post de la importancia de tener una autoestima sana, siendo conscientes de nuestras fortalezas, pero además también de nuestros límites. En esta ocasión nos vamos a centrar en explicar la influencia recíproca entre autoestima y asertividad.

Pero para empezar, ¿qué es la asertividad? Nos referimos a un estilo de comunicación mediante el cual expresamos y defendemos nuestros derechos, intereses, opiniones y preferencias desde el respeto y sin ofender a los demás. También contempla la habilidad para decir “no”, que nos ayuda a la hora de rechazar peticiones que consideramos que son abusivas y que no estamos en disposición de poder aceptar. Esta habilidad juega un papel crucial de cara a crear y mantener relaciones sociales satisfactorias.

Además del estilo de comunicación asertivo, tenemos otras dos formas de comunicación que se sitúan en los extremos: el agresivo y el pasivo. El primero no tiene en cuenta las necesidades de los otros, impone su criterio y únicamente se centra en lograr sus propios intereses. Por contra, el estilo pasivo antepone los deseos, necesidades e intereses de los demás por encima de los propios, mostrando una actitud de sumisión con el fin de evitar los conflictos.

Mientras que los estilos pasivo y agresivo suelen llevar aparejados sentimientos negativos, frustración, culpabilidad y sensación de falta de control, el comportamiento asertivo permite una comunicación más directa y honesta con los demás, acompañándose normalmente de pensamientos, sentimientos y conductas que se relacionan con una autoestima saludable: habla fluída y firme, seguridad, contacto ocular no desafiante y una postura corporal relajada.

Existe una relación muy estrecha entre autoestima y asertividad, de tal manera que nos podemos encontrar en muchas ocasiones con personas que tienen una baja autoestima debido, entre otros aspectos, a que no suelen practicar un estilo de comunicación asertivo. En cambio, la persona que posee una autoestima sana y fuerte se considera valiosa por sí misma, se acepta tal y como es y no necesita la aprobación de otros, y todo esto se traduce en que no siente temor a la hora de defender algo que considera inadecuado y que le está produciendo malestar.

En definitiva, hemos querido resaltar la importancia que tienen estos conceptos a la hora de mantener relaciones interpersonales de buena calidad, y además cómo influye de manera positiva en nuestro bienestar a nivel individual.

Begoña López

 

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Cómo hacer críticas y evitar conflictos

Cómo hacer críticas y evitar conflictos

Díselo, pero hazlo de forma asertiva.

Cuando nos comunicamos con los demás, solemos emplear un estilo de comunicación determinado y con bastante probabilidad ese estilo marcará la forma que tomen nuestras relaciones en el futuro.

Existen tres estilos de comunicación diferentes. Aunque empleamos todos en un momento u otro, suele ser uno el que más se repetimos y, por lo tanto, el que más nos representa.

  • Estilo PASIVO.
  • Estilo ASERTIVO.
  • Estilo AGRESIVO.

Las consecuencias que obtenemos al utilizar cada uno de los estilos son muy distintas. Al emplear el estilo pasivo, no tenemos en cuenta nuestros derechos ni deseos y nos centramos en complacer los deseos de los demás, aún sin querer hacerlo, con el objetivo de evitar un conflicto. En el extremo opuesto se encontraría el estilo agresivo, en el que impongo mi voluntad sin ponerme en el lugar del otro, lo que genera tensión y malestar en los demás. Efectivamente, como estarás pensando, es el estilo asertivo aquel que facilita la comunicación y que produce consecuencias más positivas tanto en el emisor como en el receptor de una conversación, ya que tiene su base es el respeto, tanto de mí mismo como de los demás.

Una de las situaciones que más dificultades genera en la comunicación, es expresar aquello que no nos gusta. Podemos llegar a sentirnos atacados y responder, así, con otro ataque, llevando por bandera un estilo agresivo. O darse todo lo contrario, y que decidamos no decir nada para avitar una confrontación. La ira y el miedo serán la emociones que guíen cada una de estas actuaciones respectivamente.

Es por eso que hoy queremos mostraros una fórmula para poder hacer una crítica de forma asertiva. Se asemeja en su estructura a un bocadillo. Estos son los pasos a seguir:

  • En primer lugar, iniciaremos la conversación con una expresión agradable, que anime al interlocutor a escucharnos (pan).
  • A continuación, pasaremos a explicar qué es aquello que no nos ha gustado (relleno); es importante ser claro y específico. Explica cómo te hace sentir ese hecho y cómo te gustaría que fuera su comportamiento la próxima vez.
  • Por último, cerramos con una nueva expresión agradable (pan) que facilite el diálogo.cómo hacer críticas de forma asertiva. Fórmula bocadillo.

Recuerda que es importante mantener un tono de voz adecuado, el contacto visual y mostrar firmeza;  todo ello tanto en tus gestos como en tus argumentos, pero sin ser brusco.

Prueba esta nueva fórmula y compara los resultados con los que has obtenido en otras circunstancias. Seguro que no te defraudará.

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