Hoy queremos dedicar nuestro post a hablar brevemente de tres mujeres que, a lo largo de la historia, han tenido gran relevancia por diferentes razones, en épocas en las que sin duda era (y todavía sigue siendo) muy complicado que se reconozcan y visibilicen sus logros y aportaciones. Vamos a dar unas pequeñas pinceladas sobre sus vidas.
Fridha Kalo: Pintora mexicana, considerada todo un símbolo del feminismo. Cuestionó por completo los estereotipos de género, En sus obras mostraba una imagen de sí misma donde destacaban rasgos más propiamente masculinos (cejas y bigote marcados). Tenía una forma muy particular de expresar, a través de su arte, la identidad femenina, la cual pretendía mostrar a una mujer autosuficiente, independiente y fuerte. Todo un icono transgresor cuyos valores e ideas aún hoy perduran.
Malala Yousafzai: Activista fuertemente comprometida con la defensa de los derechos civiles, especialmente centrada en los derechos de las mujeres de la zona noroeste de Pakistán, donde el régimen talibán impedía que las niñas fuesen a la escuela; mientras volvía de ella, sufrió un atentado en Octubre de 2012 por el que estuvo a punto de perder la vida. Cuando sólo contaba con 17 años, en 2014, recibió el Premio Nobel de la Paz, siendo la persona más joven en obtener este galardón. Ejemplo de valentía y lucha en favor de la igualdad.
Hedy Lamarr: Inventora, fue la precursora de un avance tecnológico fundamental en nuestros días: el WiFI. Estudió la carrera de ingeniería de telecomunicaciones y desarrolló algunas ideas curiosas (al parecer creó unos cubitos que transformaban el agua en Coca-Cola), y además su otra profesión nada tenía que ver con el mundo de las ciencias: fue una reconocida actriz de Hollywood. Hay un documental llamado “Bombshell: La historia de Hedy Lamarr” que narra su vida. Sin duda una mujer brillante, y no lo decimos precisamente por ser una estrella de la meca del cine.
Son sólo tres ejemplos de mujeres que, con sus contribuciones, han logrado tener un hueco destacado en el mundo y en la sociedad a pesar de la posición masculina prevalente. A ellas y a otras muchas que no hemos nombrado aquí, gracias.
Ser madre en el siglo XXI, un desafío de ser mujer.
“Madre no hay más que una”. Dicho popular que hace referencia a lo que son las madres para cada uno de nosotros/as. Pero ¿dónde queda la mujer que somos?
El hecho de ser madre es algo a lo que decidimos y tenemos la obligación de hacerlo (si queremos). Esto no tiene que ir en detrimento de nuestro desarrollo personal o profesional. Muchas mujeres han decidido serlo a pesar de que al hacerlo, durante un tiempo nuestro desarrollo profesional y personal se ve modificado. Pero ¿en qué momento esta modificación ha de ser mala en sí misma?
Cuando una mujer decide ser madre, primero ha reflexionado sobre ésta decisión, y seguro que la ha tomado con conocimiento de causa. De ser profesionales, trabajadoras, pareja, tener tiempo para nosotras, y nuestros amigos/as, pasamos a sumergirnos en el proceso de cambio que implica la maternidad. El cambio es algo que al principio no nos da tiempo a procesar, pero sabemos que está siendo un cambio importante. Es una de las mayores propuestas de entrega y amor que una persona hace en la vida, a veces con conciencia o no de lo que eso implica.
Todas y cada una de nosotras tenemos diversos roles, conforme el entorno donde nos encontremos. Así somos la compañera de trabajo, la hermana, la hija, la pareja… Conforme estemos en determinado lugar, así nos comportamos. Nuestra energía se centra en las actividades y vínculos que hacen que nuestra vida sea la que deseo que sea.
Con el nacimiento de nuestro bebe, se reduce el tiempo que empleamos en algunos de los roles que antes desarrollábamos con naturalidad. Pero estoha de ser por un tiempo. El tiempo depende de cada persona y de sus disponibilidades. Pero en todo momento hemos de tener en cuenta que también disponemos de otros elementos importantes para recuperar nuestro espacio, y uno de los importantes es el del padre, pero también tenemos otros (abuelos, tíos, amigos…).
Al principio todo parece un caos y que no tenemos el control de lo que nos va sucediendo a nuestro alrededor, pero poco a poco se va acomodando nuestra vida y vamos tomando confianza.
Es en éste momento donde nos podremos empezar a plantear el recuperar algunos de los diferentes roles que antes desarrollábamos, pero el principal es “¿Dónde quedó la mujer que era…?”. En este momento tenemos que recuperar e integrar a la mujer con la madre.
Muchas mujeres nos metemos en la crianza tan de lleno que se nos olvida algo que es importante también para nuestro bebé, nosotras mismas. Este es el mayor desafío, el recuperar ser nosotras mismas, sin pensar que “abandonamos a nuestro pequeño”.
Hay que poder compaginar la crianza, conectando con nuestro bebé o hijos, y hacer el esfuerzo, a veces difícil, de darnos un rato para nosotras mismas. No hablo de hacer cosas gastando dinero, sino de una actitud interna de nosotras mismas para querer estar mejor. Empezar a ocuparme de mi cuerpo, de mi pelo, de poder tomar un café con una amiga, hacer una actividad que me gusta (pintura, yoga, danza), o estar con mi pareja solos por un rato. La idea es poder recuperar cosas que nos nutran y que nos “recarguen las pilas” para estar mejor para con nosotras mismas, y por consiguiente con el bebé.
Hay veces que nos “protegemos” detrás de la maternidad, porque nos da “pereza arreglarnos o salir”. También hay veces que nos genera cierta angustia y miedo de dejar a nuestro bebe y separarnos de él, pero aun así hay que hacerlo. Cuando la angustia es mayor y nos “protegemos” poniendo de parapeto a nuestro bebé, es un buen momento para trabajar ésta angustia.
Hay que ir integrando la maternidad con el resto de cosas que forman parte de nuestra vida, e ir sumando poco a poco los roles que antes teníamos poniendo energía en ellos. Gracias a esto, recuperaremos un rol más rico y fortalecido.
Como Gloria Estefan comentó en una ocasión “La maternidad es difícil y gratificante”, pero lo es más cuando recuperamos el hecho de ser más: Nosotras mismas.
Con frecuencia, cuando eramos pequeños, nos enseñaron a gestionar las emociones de una sola manera: mediante la negación. Cuando teníamos miedo, nos decían: «No debes tener miedo». Si nos enfadábamos: «No te enfades». Si estábamos tristes y llorábamos: «No llores, no debes estar triste».
Las emociones no se pueden negar ni eliminar, tanto las que nos hacen sentir bien como las que no. Como decía Carl Yung: «Lo que niegas te somete, lo que aceptas te transforma».
Se pueden describir dos tipos de miedo. El primero de ellos es el miedoque nos hace estar alertacuando existe un peligro y nos ayuda a superarlo. El segundo, el que nos bloquea. Este es un miedo mental que nos crea inseguridad, falta de confianza, nos quita fuerza. Nos limita para avanzar y se apodera de nuestra vida tomando el poder de dirigirla. El miedo a vivir, nos lleva a estar «ausentes» en la experiencia, nos saca de nuestro centro y nos impide vivir plenamente nuestro ser.
Te propongo que te tomes 10 minutos para realizar este ejercicio:
Elige un momento del día y lugar tranquilos, quizás al despertar o al anochecer antes de ir a dormir.
Siéntate en una posición de meditación o sobre una silla con los pies apoyados en el suelo y cierra los ojos.
Inspira y expira por la nariz. Si te resulta incómodo, puedes hacerlo por la boca.
Al inspirar llena los pulmones de abajo a arriba, primero el abdomen bajo, luego el medio y, por ultimo, el pecho.
Al expirar deja que se vaya vaciando de arriba a abajo.
Lo esencial en la vida es ser. Ser es nuestro estado natural, ¿qué temores obstaculizan que podamos ser?
Disponte ahora a observar tus miedos. Mira las sensaciones que te provoca. ¿En qué parte del cuerpo lo sientes?¿Qué color tiene? Observa las imágenes mentales que te evoca, que te dice de ti, y de ti en relación con el mundo.
Obsérvalo sin más, no los juzgues.
Fija ahora un centro en ti mismo, por ejemplo en tu abdomen o el plexo solar. Coloca allí tus manos.
Siente como la respiración emana de tu centro y vuelve a él. La inhalación te proyecta, te lleva a tu centro y la exhalación parte del mismo.
Permanece atento a tu centro, a tu respiración. A la experiencia de estar en tu centro.
Para salir de esta práctica, hazlo poco a poco, abre los ojos, mueve un poco las manos, lo pies, las piernas o estírate si es lo que te apetece hacer.
Te dejo este audio por si quieres utilizarlo para ello.
Estamos viviendo un momento revolucionario en el feminismo. En terapia llevamos años observando el efecto que tienen las creencias culturales relativas al género tanto en hombres como en mujeres. Además, hemos podido ver de primera mano el efecto del empoderamiento.
Hace una semana tuvo lugar una manifestación revolucionaria que fue tan emocionante para todos y todas. Fue imposible no salir muy conectadx con esa energía positiva que se respiraba allí.
Es una recopilación de canciones muy especiales, ya que aunque nosotrxs la hayamos empezado a crear, ha crecido (y sigue haciéndolo) gracias a ti. Hemos recibido una multitud de respuestas a través de los stories de Instagram, mensajes privados, comentarios… Ha sido emocionante ver el compromiso de todxs vosotrxs y el resultado ha quedado increíble.
Por cierto, ninguna canción se ha quedado fuera ¡Busca la tuya! 🙂
Ha llegado el momento de sentir el empoderamiento, subid el volumen y … ¡bailad!
La respiración es un acto bello que nos conecta con nosotros y el momento presente, aquí y ahora.
En nuestra vida diaria respiramos pero olvidamos que estamos respirando. Es fácil encontrar que nuestro cuerpo esté en un lugar y nuestra mente esté con frecuencia en otro.
Respirar constituye una práctica de desapego, la vida fluye hacia dentro y hacia afuera, sin agarrarse a nada. Cada vez que el aire sale, dejamos partir aquello que ya no nos sirve, materia que no necesitamos. Con cada inspiración entran en nuestro cuerpo y tejidos oxígeno y energía fresca.
Si lo hacemos de manera limitada y encorsetada, así es como nos sentiremos. Una respiración consciente y profunda es esencial para el buen funcionamiento de los órganos, de nuestra salud física y mental.
Con la respiración consciente conectamos nuestra mente y nuestro cuerpo, aquí y ahora. La respiración consciente es tu ancla en el momento presente.
Te propongo que durante esta semana, te tomes 10 minutos al día para realizar una RESPIRACIÓN CONSCIENTE:
Elige un momento del día y un lugar tranquilo, quizás al despertar o al anochecer antes de ir a dormir.
Siéntate o túmbate en una postura cómoda y cierra los ojos.
Inspira y expira por la nariz. Si te resulta incómodo, puedes hacerlo por la boca.
Al inspirar llena los pulmones de abajo a arriba, como si llenaras un vaso de agua, primero el bajo abdomen, luego el medio abdomen y lo ultimo el pecho. Conforme inspiramos, sentimos verdaderamente el aire llenando nuestros pulmones.
Al expirar vamos a dejar que se vaya vaciando de arriba a abajo, como cuando bebemos el vaso de agua del vaso, primero bebemos el agua del tope luego el que hay en la mitad del vaso y por último el agua del fondo. Exhalamos pues primero el aire del pecho, luego del medio abdomen y por último el aire del bajo abdomen.
Si durante la práctica te viene cualquier pensamiento o idea, date cuenta ello y vuelve con tu atención a la respiración.
La respiración se irá haciendo de forma natural más lenta y profunda.
Para salir de esta práctica, hazlo poco a poco, abre los ojos, mueve un poco las manos, lo pies, las piernas o estírate si es lo que te apetece hacer.
Te dejo este audio por si quieres utilizarlo para ello.
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