Fibromialgia, una enfermedad que no se ve pero se siente

Fibromialgia, una enfermedad que no se ve pero se siente

La Fibromialgia es una enfermedad reumatológica que se caracteriza por un dolor generalizado en músculos y articulaciones y cansancio persistente. Aunque es una enfermedad de reconocimiento relativamente reciente, de la que se desconoce la causa específica que la origina, lo que sí se sabe de ella es que es crónica, y que afecta en mayor medida a mujeres (aproximadamente el 92 % de las personas que la padecen).

 

¿Cuáles son sus síntomas más comunes?

  • Dolor generalizado en todo el cuerpo, que puede aparecer donde existen músculos, articulaciones y tendones.
  • Fatiga crónica, sin que se produzca una recuperación con el descanso y el sueño.
  • Rigidez.
  • Hormigueo.
  • Problemas digestivos, como colon irritable.
  • Alteraciones del sueño.
  • Hipersensibilidad sensorial al frío/calor, a la luz, al sonido…
  • Alteraciones hormonales.
  • Fatiga mental intensa, conocida como Fibroniebla, que dificulta la concentración y la memoria.

 

Estas son solo algunas de las alteraciones que la Fibromialgia puede producir a nivel físico. Vuelva a leerlas de nuevo y piensa durante unos segundos, ¿cómo te sentirías si las experimentaras durante un periodo limitado de tiempo? Ansiedad, impotencia, ira, tristeza, frustración, indefensión, incomprensión… son algunas de las emociones y sensaciones con las que te habrás identificado. Con ellas, batallan a diario personas como María, una joven de 22 años que padece esta enfermedad. En este vídeo puedes conocer su historia, contada en primera persona.

 

 

Si quieres saber más sobre la fibromialgia estos enlaces te pueden interesar:

 

 

 

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El empoderamiento que se baila

El empoderamiento que se baila

El empoderamiento que se baila

Playlist colaborativa de empoderamiento femenino

empoderamiento femenino

 

Estamos viviendo un momento revolucionario en el feminismo. En terapia llevamos años observando el efecto que tienen las creencias culturales relativas al género tanto en hombres como en mujeres. Además, hemos podido ver de primera mano el efecto del empoderamiento.

Hace una semana tuvo lugar una manifestación revolucionaria que fue tan emocionante para todos y todas. Fue imposible no salir muy conectadx con esa energía positiva que se respiraba allí.

En honor a este movimiento que se genera entre las personas, y dentro de cada uno de nosotrxs, hemos creado esta playlist.

Es una recopilación de canciones muy especiales, ya que aunque nosotrxs la hayamos empezado a crear, ha crecido (y sigue haciéndolo) gracias a ti. Hemos recibido una multitud de respuestas a través de los stories de Instagram, mensajes privados, comentarios… Ha sido emocionante ver el compromiso de todxs vosotrxs y el resultado ha quedado increíble.

Por cierto, ninguna canción se ha quedado fuera ¡Busca la tuya! 🙂

Ha llegado el momento de sentir el empoderamiento, subid el volumen y … ¡bailad!

 

 

Cristina García Van Nood, psicóloga en Ampsico

Las fases del amor

Las fases del amor

Si la semana pasada, Mercedes nos daba algunas ideas para cultivar nuestro amor propio, hoy queremos reflexionar acerca de las fases del amor en la relación de pareja. Para empezar, nos planteamos la siguiente pregunta: ¿El amor en la pareja es algo duradero e invariable con el paso del tiempo? Existen mitos y creencias erróneas sostenidas por nuestra cultura a lo largo de la historia que alimentan la idea de que este sentimiento ha de perdurar para siempre y mantenerse con la misma intensidad en el transcurso del tiempo. Sin embargo, a nivel teórico, se han llevado a cabo diferentes estudios e investigaciones para intentar dar una respuesta y objetivar esta cuestión.

En este caso, hemos tomado como referencia un artículo llamado “Curso temporal de los componentes básicos del amor a lo largo de la relación de pareja”  de Carlos Yela García, Doctor en Psicología. En esta publicación, se sugiere la existencia de tres fases fundamentales en la evolución del amor: Enamoramiento, Amor Pasional y Amor Compañero. Veamos en qué consisten cada una de ellas:

  • Enamoramiento. Esta es la fase inicial y abarcaría los primeros meses de la relación de pareja hasta el medio año aproximadamente. Durante este período, se produce un fuerte incremento de todos los componentes amorosos, pero sobre todo de la Pasión Romántica. La persona vive una especie de vorágine emocional, con sensaciones y sentimientos nuevos, caracterizada por un fuerte deseo de establecer un vínculo afectivo con el/la otro/a, además de una alta activación fisiológica y sexual. Se trata pues, de un período de mucha agitación, acompañado por múltiples y variadas reacciones neuroquímicas.
  • Amor Pasional. Esta fase tiene lugar entre el medio año y los cuatro años aproximadamente. Se produce un aumento progresivo de la Pasión Romántica y la Pasión Erótica se acerca a su punto máximo. También se da un papel relevante al Compromiso y la Intimidad que siguen creciendo gradualmente. Es un período en el que se pone a prueba la confianza como base de la relación.
  • Amor Compañero. Este período daría comienzo a partir de los cuatro años de relación. Se caracteriza por una disminución de la Pasión Romántica y más destacada de la Pasión Erótica, y un mayor nivel de Intimidad y Compromiso.

Hay que tener en cuenta que en esta investigación, el 8% de los participantes llevaban más de 7 años de relación, por lo tanto, no se pueden realizar afirmaciones con suficientes garantías más allá de esas fechas.

En conclusión, podemos decir que el amor en la relación de pareja es un sentimiento que va evolucionando con el paso del tiempo,  no siempre tiene la misma intensidad ni las mismas características,  y es imprescindible cuidarlo y prestarle atención de forma constante. Terminamos con un toque de humor que tal vez nos ayude a verlo más claro:

El secreto del amor es mantener viva la llama del amor

Si te gustaría leer el artículo completo que hemos mencionado, lo tienes aquí.

Begoña López

 

Aprende porque las dietas fracasan y como evitarlo

Aprende porque las dietas fracasan y como evitarlo

Aprende porque las dietas fracasan y como evitarlo

 

Como sabemos, han acabado las navidades, momento de estar con la familia y de tener relaciones sociales enmarcadas en un escenario de opulencia alimentaria. Quién más y quién menos hemos cogido peso que no deseamos mantener, por lo que es bastante frecuente el ponernos a dieta de cara a encontrarnos mejor y recuperar una forma física deseada.

En el mundo en que vivimos, es común conocer diversas dietas, pero lo paradójico que se desprende de un análisis, es que todas ellas son eficaces y son capaces de producir efectos de adelgazamiento real en quienes las siguen.

El problema esencial de cualquier dieta no reside en su eficacia en sí, sino en su mantenimiento a largo plazo.

En éste análisis, se desprende que, el seguimiento y adhesión a las recomendaciones dietéticas presentan un resultado de un 10%, mientras que si lo comparamos con el seguimiento de la toma de fármacos, asciende a un 80%. Es por eso que parece claro que el problema reside precisamente en la dificultad de llevar a la práctica, y sobre todo a mantener a lo largo del tiempo, las indicaciones dietéticas.

En el caso de que aceptemos seguir una dieta, con las restricciones que ella conlleva, y somos capaces de mantenerla hasta que termine, lo más probable es que adelgacemos. Pero ¿y si no somos capaces de seguir las indicaciones? Estamos abocados a mantener un círculo vicioso de “empezar la dieta”.

 

El motivo de que las dietas y su mantenimiento fracasen, es que todas se basan en el control, de la limitación y del sacrificio. Es por eso que antes o después se vuelven insoportables porque chocan de forma frontal con la sensación básica fundamental en la que se basa nuestra relación con la comida: El placer.

Desde el punto de vista de la terapia estratégica, ante estas situaciones de restricciones dietéticas, tenemos diversas soluciones fallidas, que tendremos que tener en cuenta a la hora de ponernos a dieta:

El efecto de transgresión: Cuanto mayor es la prohibición, mayor es el deseo.

Una forma segura de fracasar ante un proyecto de dieta es prohibirse los alimentos deseados e incluso con más calorías. Debido a que si se prohíbe, se vuelve más deseado y como la crecida de un río, se agolpa el deseo sobre el dique y se desborda o bien rompe el dique y se propaga de forma violenta.

Parafraseando a Oscar Wilde, “no hay nada más irresistible que una prohibición por transgredir”.

El efecto condena: el éxito aparente.

Se refiere a la secuencia que encarna el éxito de lograr estar a dieta y perder kilos de más, mantener el equilibrio durante cierto tiempo y luego, inexorablemente, perder el control y engordar de nuevo. Es como en una condena bíblica, tras haber obtenido, con grandes esfuerzos, el logro de adelgazar, llega el fracaso de verse nuevamente arrebatado por el demonio del hambre compulsiva. Es como en el mito de Sísifo, que:

“fue condenado por Zeus a empujar un enorme pedrusco por una cuesta empinada hacia la cima, para luego verlo rodar hacia abajo y tener que empezar de nuevo, eternamente y sin tregua”.

 

El efecto evitación: Para evitar las tentaciones, renuncio a las sensaciones.

Cuando evitas que te inviten a cenar, comidas de empresa, o cualquier evento social con comida por medio, donde podría poner en peligro el esfuerzo realizado para mantener la línea. Personas que están siempre a la defensiva en cuanto a tentaciones culinarias ya que temen, y con razón, que la menor cesión frente al placer de comer, generaría un rápido colapso de la línea  que les ha costado tanto conquistar. Pero como dijo San Agustín,

“nadie puede vivir sin placer”.

El efecto rebelión: ya que no lo consigo, me dejo llevar.

Cuando el intento de alcanzar y mantenerse en buena forma física falla repetidamente, la persona puede reaccionar, según su carácter, de varias formas, pero una de las reacciones más frecuentes es la rebelión total frente al sacrificio alimentario, por lo que el individuo se deja ir y se abandona por completo al placer de comer y beber. Todo ello con la premisa de Oscar Wilde, para éstas personas

“la única forma de liberarse de una tentación es caer en ella”.

El efecto de lucha continua: debo gastar más de lo que como.

Si seguir una dieta es una meta difícil de alcanzar, parece razonable el pensar que si se consume más de lo que se ingiere en términos calóricos, las cuentas deberían dar un resultado favorable. Si este razonamiento siguiera un fundamento matemático sería perfecto, pero es mayor el esfuerzo psicológico que el físico, ya que si físicamente es posible soportar el ejercicio físico diario prolongado, psicológicamente esto se convierte en una obsesión. La mayoría de las veces el aumento del ejercicio físico lleva a un aumento del apetito, bien sea por el estímulo fisiológico natural del movimiento o bien por una especie de “compensación o premio” por el esfuerzo realizado. Así, cuanto más ejercicio físico realizo, más tiendo a comer, pero cuanto más como, más movimiento físico me veré condenado a hacer, activando así el círculo vicioso.

 

En definitiva, estas soluciones fracasadas, se basan siempre en la máxima de “si no te lo concedes, será irrenunciable…”.

En caso contrario, “si te lo concedes, podrás renunciar a ello”. En esto se basa la forma de proceder para tener éxito en una dieta, desde la posibilidad de empezar a hacer concesiones sin que las restricciones sean el único funcionamiento para poder enfrentarnos al problema de la dieta.

Por tanto, si una solución ante un problema no funciona y se repite, conduce a fracasos adicionales. Si una persona sigue haciendo lo que ha hecho siempre, obtendrá lo que siempre ha obtenido, y si además aumenta la dosis, aumentarán también los efectos obtenidos, por lo que cerraría el círculo vicioso ante los diversos problemas que nos encontramos en la vida.

En definitiva, si se sigue insistiendo en utilizar las mismas soluciones ineficaces, el problema se mantendrá siempre sin resolver. Además, la desilusión ante el fracaso habitual, conduce a una actitud de renuncia ante la aparente “imposibilidad” de perder peso y mantenerse en forma.

 

Siguiendo la experiencia de Albert Einstein

Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”.

 

Estrategias para manejar la ira

Estrategias para manejar la ira

La ira es una de las emociones que forman parte de nuestro “paquete básico”, ese con el que contamos desde el momento de nacer. Labios cerrados y apretados o por el contrario boca muy abierta, ceño fruncido, cara roja… son algunas de las expresiones que nos harían reconocer esta emoción en cualquier parte del mundo.

 

La ira suele aparecer en situaciones de conflicto, ya sea con nosotros mismos o con otras personas, cuando sentimos que se nos ha tratado injustamente o cuando vemos difícil conseguir una meta importante para nosotros.

 

Por las sensaciones que nos provoca, solemos meter a la ira dentro del “saco” de emociones desagradables, y como tal tendemos a evitarla. Pero se nos olvida algo importante y es que, como todas las emociones, la ira también tiene una función: nos predispone a la acción en un intento de protegernos contra aquello que nos provoca malestar. Esta función es adaptativa cuando nos impulsa a hacer algo para resolver un problema o cambiar una situación difícil, pero también puede conllevar riesgos de inadaptación cuando se expresa de manera inadecuada.

 

Cuando experimentamos ira se ponen en funcionamiento tres tipos de respuesta diferentes:

  • Una respuesta corporal, en la que nuestro cuerpo recibe una llamada de alerta, preparándose para el ataque o la defensa.
  • Una respuesta cognitiva, que vendrá determinada por la interpretación que hagamos de esa situación concreta.
  • Una respuesta motora, es decir, qué conducta vamos a llevar a cabo.

Este fragmento de la película «Del revés» refleja muy bien cuál es la expresión de la ira y cómo entran en juego estos tres tipos de respuesta.

 

¿Cómo podemos gestionar la ira?

Estas son algunas de las estrategias que pueden ayudarte en el manejo de esta emoción:

estrategias manejo ira

 

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