Aprende cómo alcanzar tus metas

Aprende cómo alcanzar tus metas

Hace ya algunas semanas que hemos dado la bienvenida a un nuevo año. Normalmente este suele ser un momento en el que nos planteamos realizar algunos cambios en nuestra vida, o nos fijamos ciertas metas u objetivos a cumplir: apuntarse a un gimnasio, aprender un nuevo idioma, dejar de fumar… En un principio podemos tener buenas intenciones, comenzar muy motivados, pero puede que esas ganas iniciales vayan disminuyendo y acabemos desistiendo rápidamente, haciendo que todo quede en “agua de borrajas”.

Una de las primeras cuestiones sobre las que tenemos que reflexionar para no perder de vista nuestros objetivos consiste en preguntarnos qué es exactamente aquello que queremos lograr, definirlo de una forma concreta y específica, con el máximo nivel de detalle, y establecer un tiempo aproximado en el que vamos a llevarlo a cabo. En muchas ocasiones tendemos a definir nuestros propósitos de una forma vaga y ambigua, nos planteamos por ejemplo “hacer más ejercicio este año”; sin embargo, si hacemos una descripción en términos cuantificables, esto es, delimitar el número de días que vamos a ir al gimnasio o salir a correr, y además el tiempo que le vamos a dedicar diariamente, estableciendo incluso un intervalo horario para mayor exactitud, habremos dividido nuestros objetivos en otras más pequeños y asequibles.

Asimismo, es recomendable que nos marquemos metas alcanzables y realistas; ya sabemos que Roma no se conquistó en un día, por tanto, si hemos visualizado nuestro objetivo a largo plazo, parece adecuado establecer metas a medio y corto plazo para no rendirnos a las primeras de cambio.

Para que todo lo dicho anteriormente funcione, es importante además tener en cuenta algunos aspectos:

  • Incorporar el objetivo dentro de las rutinas diarias (siempre que sea posible, los mismos días y la misma duración). De esta forma, lograremos consolidarlo como un hábito y será menos costoso ponerlo en marcha, acogiéndolo como una parte más de nuestra forma de vida.
  • Flexibilidad y actitud abierta. Contar con la posibilidad de reformular las metas propuestas en un primer momento, adaptándonos a los cambios que puedan aparecer a lo largo del proceso encaminado a su consecución, teniendo en cuenta nuestras necesidades o posibles imprevistos que puedan surgir.
  • Aprender a tolerar la frustración. No siempre los planes salen bien. Este punto está relacionado con lo que hemos referido anteriormente sobre marcarnos metas realistas y alcanzables, porque, de lo contrario, generaremos un sentimiento de fracaso si observamos que nuestras expectativas iniciales son demasiado elevadas y no se han cumplido.
  • Valorar cada paso que demos, por insignificante que nos pueda parecer; cada  pequeño avance nos va acercando poco a poco a la meta final y nos ayudará a convencernos de que el esfuerzo merece la pena.

Por último, hay tres palabras que resultan fundamentales para aproximarnos a nuestros objetivos: perseverancia, paciencia y constancia. Tengámoslas siempre muy presentes y permitamos que nos acompañen durante el camino hacia el logro de nuestros propósitos.

 

 

 

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Campamento de verano con inteligencia emocional

Campamento de verano con inteligencia emocional

Un campamento de verano es una opción inteligente si es con inteligencia emocional

Llegadas estas fechas en las que el calor aprieta y a nuestros hijos les van a dar las vacaciones, nos planteamos “qué vamos a hacer con los niños”.

El campamento de verano es una de las opciones más elegidas, aunque siempre nos queda dejarlos con los abuelos, tíos o demás familiares.

Campamento de verano con inteligencia emocional

La mejor opción al elegir un campamento de verano es hacerlo junto a nuestro hijo. Debemos buscar que se adapte a sus necesidades y gustos.

A nuestro alrededor tenemos diversos campamentos, desde los que nos oferta el colegio, la empresa, el ayuntamiento,…

Pero también podemos elegir alguno que esté más adaptado a los gustos y aficiones de nuestro hijo. Por ejemplo, un campamento de verano para montar a caballo, practicar el tenis, jugar al fútbol, mejorar el inglés, etcétera.

Aún así, lo que debemos tener en cuenta, invariablemente y como nexo de unión común, son los beneficios psicológicos que puedan tener con cualquiera de ellos.

Los que vivimos en las grandes urbes hemos ido sustituyendo los espacios abiertos por grandes bloques de edificios, asfalto y coches donde los niños tienen cada vez menos espacio para jugar y desarrollarse libremente.

Nuestros hijos pasan cada vez más tiempo de ocio jugando con aparatos electrónicos (WII, Playstation, Nintendo DS) que no incrementan su imaginación ni les permiten un buen desarrollo emocional ni social. Inscribir a nuestro hijo en un campamento de verano es una buena solución para el desarrollo personal y emocional de nuestro hijo. Con ello tendrán una experiencia muy gratificante que seguramente será recordada toda su vida.

EL campamento de verano es un verdadero espacio de crecimiento y desarrollo emocional. Desarrollan la independencia, el sentido de la responsabilidad y la autonomía, el niño se habitúa a estar sin sus padres y a interactuar con sus compañeros y monitores. La idea es la socialización en un espacio diferente al habitual, donde se encontrarán con dificultades que tendrán que aprender a resolver por sí mismos o pedir ayuda a compañeros y monitores para enfrentarse a ello. Un espacio más para el desarrollo emocional de los más pequeños.

Niños aprendiendo en campamento de verano

Entre otros beneficios, la convivencia en grupo les permitirá aprender a gestionar su tiempo, a comprender qué es el trabajo en equipo, desarrollar valores como la solidaridad, la empatía con el otro, la escucha o la tolerancia a lo diferente.

Además de aprender a hacerse cargo de sus propias emociones y de las de los demás y a cómo ser capaces de resolverlas. Autoconocerse, aprender a esperar, a hacerse cargo de lo que le dan y reciben de sus compañeros. En definitiva, a jugar a “ser” de otra manera a cómo se comportan en casa.

Por otro lado, existen diversos tipos de campamentos, aunque los podríamos diferenciar entre los que se hacen durante la jornada hasta el mediodía dentro de nuestra población, denominados campamentos urbanos y los que se desarrollan en un entorno de naturaleza durante una semana o más tiempo, que en ocasiones se les denomina “colonias”.

Los objetivos comunes que suelen tener todos ellos, entre otros, son el fomentar en los participantes actitudes positivas para su crecimiento personal, desarrollando la imaginación y la creatividad, infundiendo entusiasmo y colaboración en distintas tareas, potenciando la socialización, el compañerismo y la convivencia. Los campamentos más específicos tienen algunas actividades más enfocadas al objetivo como montar a caballo, practicar inglés, fútbol, tenis… reforzando así el aprendizaje de dicha actividad.

En los campamentos que se realizan en un entorno de naturaleza, además se accede a unos beneficios añadidos ya que se hacen actividades y excursiones donde los niños podrán ejercer valores como el respeto por la naturaleza, la toma de conciencia de la responsabilidad que tenemos en su cuidado, haciéndose responsables de tomar una actitud activa.

Ver y experimentar otro tipo de texturas que no se encuentran en la gran ciudad. Es bueno observar los distintos animales y cómo interactúan. También ver la vegetación y cómo varía de un sitio a otro. Por otro lado, maravillarse de la variedad de paisajes que ofrece, frente al monótono paisaje urbano.

Aprender a ser más tolerantes y convivir con personas que no son de su entorno habitual. Además, hacer amigos, compartir y adquirir nuevos conocimientos, divertirse aprendiendo a conocer sus propias emociones y las de los otros. También aprender así a compartir con otros estas experiencias.

Saber y conocer cuales son las emociones que se experimentan y el beneficio que aportan el aprender a regularlas ayudados por amigos y compañeros. En definitiva aprender qué es la Inteligencia Emocional.

Para que nuestros hijos sean más inteligentes emocionalmente, han de superar experiencias que compartirán en entornos fuera de los habituales. Así,  sacarán beneficio de las experiencias sociales.

“El auto-conocimiento, auto-conciencia, la sensibilidad social, la empatía y la capacidad de comunicarse con éxito con los demás. Se corresponde con el corazón.”

Stephen Covey

 

 

 

Aprendizaje e inteligencia emocional

Aprendizaje e inteligencia emocional

Nunca es tarde para olvidar. Digo…aprender

Educación escolar

La educación es un gran campo dominado por el binomio enseñanza-aprendizaje, en el que interactúan varios agentes. Entre ambos componentes existe un espacio común donde ambos se encuentran, nutren e interrelacionan.

En el campo educativo podríamos hablar de la relación alumno – profesor. Al hablar de ellos se suele pensar que la función de uno (el alumno) es exclusivamente aprender y la del otro (el profesor) exclusivamente enseñar, pero la relación entre ambos va mucho más allá. Aunque muchas veces no somos conscientes, realmente alrededor de ellos también podemos encontrar multitud de variables que influyen y que se relacionan de una u otra manera con otros círculos sociales y de aprendizaje.

Uno de los aspectos que nos preocupa en mayor grado actualmente, dentro del sistema educativo reglado, son las pocas ganas e interés con las que se encuentran determinados alumnos; aspecto que influye directamente en el entusiasmo y en la vocación de sus maestros. Es un círculo vicioso del que tenemos que intentar salir y que, por otra parte, requiere un gran esfuerzo tanto de ambas partes como del sistema educativo en general.

 

Para estimular al alumno podemos utilizar las llamadas estrategias motivacionales. Estas se definen como determinadas formas de actuar, atractivas para el sujeto, con el fin de estimularlo y suscitar interés a la hora del aprendizaje. También las interpretamos como aquellas técnicas que utiliza el docente para que el alumno tenga motivación a la hora de aprender.

En este sentido es importante diferenciar entre estrategia, destreza y táctica. Una estrategia puede pasar a ser una destreza a través del aprendizaje. La estrategia es más reflexiva y consciente que la táctica, en cambio la táctica es mecánica y se puede reproducir sin aprender. Además, es importante distinguir entre motivación intrínseca y extrínseca. En función de donde se sitúe la atribución del fracaso (interna o externa) tendremos que dar una respuesta diferente. No es lo mismo un estudiante que atribuye su fracaso escolar al esfuerzo, a la suerte o a la dificultad en la tarea. Por tanto habrá que dar una respuesta educativa diferente.

La pedagogía es una ciencia que estudia, o bien tiene como objeto de estudio, la educación. Por tanto posibilita establecer la relación entre sujeto y aprendizaje, entendiéndose que el aprendizaje es un proceso de adquisición de conocimientos o experimentación con el objeto de obtener nuevos aprendizajes, y esto se produce a lo largo de toda la vida (aprendizaje permanente), o ¿acaso dejamos de aprender pasada la época de la educación obligatoria en nuestra adolescencia?

 

Se suele pensar que este profesional (el pedagogo) se dedica exclusivamente a la enseñanza dentro del área de la niñez, o en los diferentes campos de la educación institucional.” Cabe destacar, en un primer momento, que no es un psicólogo de niños ni un maestro especializado en esta etapa. Esta disciplina atiende tanto a niños, adolescentes, adultos como a población de la tercera edad.

Es cierto que tradicionalmente se orientaba prioritariamente al periodo de la niñez, ya que durante esta etapa evolutiva es donde se producen, cuantitativa y cualtitativamente, un mayor número de aprendizajes. Quizá podamos entenderlo mejor viendo la etimología del término: la palabra pedagogía tiene su origen en el griego antiguo, del término “paidagogós”. Esta palabra estaba compuesto por paidos (“niño”) y gogía (“llevar” o “conducir”). De hecho, antiguamente se denominaba pedagogos a las personas o “esclavos” que llevaba a los niños a la escuela.

Educación familiar

Los progenitores, como seres sociales, tienen la necesidad de relacionarse y la oportunidad de crear una familia, y para conseguir esto es necesario, obviamente, el poder mantenerla. El trabajo, en mayor o menor medida, resta tiempo a las relaciones personales y familiares, incluyendo también, la importante educación de nuestros hijos.

¿El pasar mucho tiempo fuera de casa, trabajando, significa estar desatendiendo a nuestros menores? Inevitablemente pueden existir casos en los que sí, pero en la mayoría de las veces el trabajo no sustituye a la educación de nuestros hijos, o no debería ser así, del mismo modo que la escuela tampoco debe sustituir a la familia. Por ello se hace necesario un lugar donde se cumpla el derecho de los niños de una educación adecuada y que comparta las necesidades educativas con las familias.

Estamos contemplando en nuestra época actual el nacimiento de una nueva infancia. Por un lado la revolución de las comunicaciones y el cambio del ritmo de vida laboral y familiar han situado a los menores en una relación muy distinta a la que tenía nuestros padres con sus progenitores.

La escuela no es ya el único ámbito en donde circula el saber. Los niños aprenden a manejar las nuevas tecnologías a un ritmo acelerado, recibiendo todo el torrente de información que esto implica de la misma forma que un adulto, pero al estar ubicados en un periodo evolutivo distinto observamos que la infancia se acelera, y consecuentemente se anticipa la adolescencia, demorándose sin embargo cada vez más el proceso de autonomía que insertará definitivamente al joven en la sociedad adulta y en el mundo laboral, algo muy diferente con las normas establecidas en el pasado.

Responsabilidad Social

Unido a la influencia de las nuevas tecnologías cabe destacar la educación como responsabilidad social. La inversión en educación se ocupa del desarrollo propio de los niños para su posterior integración en el mundo adulto, formados por personas críticas y preparadas para afrontar las posibles desavenencias que se nos presenten a lo largo de la vida. Recordemos que nunca es tarde para aprender cosas nuevas y para construir nuevos caminos y respuestas para nuestro futuro. La educación nunca se debe mirar como un gasto sino como una inversión a largo plazo totalmente necesaria para la reducción de las desigualdades sociales y para el desarrollo personal y social.

Una buena forma para comenzar desde pequeños es la comprensión de los problemas de forma crítica y significativa. Cuando trabajamos con niños más pequeños estos problemas se explican a partir de “lo particular” pero, a medida que se van haciendo más mayores se puede partir directamente de lo general. Por lo tanto un elemento importante a tener en cuenta es la edad del niño.

El fomento de las habilidades sociales es uno de los elementos más importantes a la hora de trabajar en el aula como en otros entornos. Ejemplos de estas habilidades son: la capacidad de escucha, respetar el turno de palabra, transmitir el respeto de unos a otros, saber cómo expresar desacuerdo, etc. Pueden parecernos aparentemente cosas sencillas y aspectos secundarios dentro del currículo escolar pero realmente su importancia es de igual peso o incluso mayor que el mero aprendizaje de conocimientos.

Nunca es tarde para aprender que, junto a los conocimientos teóricos, estas habilidades son imprescindibles para el desarrollo psicoemocional y social.

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La comunicación interpersonal es un elemento clave tanto entre profesores, alumnos, padres, comunidad educativa, iguales, etc. Por ello es muy importante saber transmitir y recibir información. Todos se merecen que se les preste atención y a todos nos gusta ser escuchados.

Una buena comunicación es clave para nuestro desarrollo, teniendo en cuenta que existen muchas formas de comunicación, atendiendo a nuestro lenguaje verbal (contenidos del mensaje, palabras), no verbal (sonrisa, postura, mirada, etc.) y paraverbal (tono de voz, volumen, pausas, etc.) ¿verdad que hay muchos factores implicados?

Qué decir de la influencia de las emociones, y que está tan de moda últimamente. La importancia de saber qué sentimos en cada momento y cómo reacciona nuestro cuerpo, saber que le pasa a tu compañero/a al ver un gesto en su cara o intentar controlar una determinada emoción que no te deja de molestar. Todo esto forma parte del aprendizaje y la Inteligencia emocional.

Por último, tras hablar del papel de las nuevas tecnologías en la educación, cabe destacar en este artículo un fragmento de un artículo relacionado con las desigualdades sociales y las nuevas tecnologías, donde se deja claro la función de la “gran masa” en esta vida. Según Manuel Vicent, en una columna que tituló Espectáculo:

“… A esta vida los pobres sólo han venido a escuchar. Ahora en el mundo la opinión pública ya es papilla uniforme suministrada desde la cima de la pirámide formada por las grandes empresas de comunicación y el ciudadano siente que en lo alto del cráneo le ha nacido un tercer ojo y una tercera oreja formando una parabólica por donde se le inocula la misma información, los mismos espectáculos y mismos deseos de consumir los mismos productos sin fin bajo un mismo impulso electrónico conectado con las terminales nerviosas del cuerpo. Tú eres ya un ser libre automático… La máxima información se ha convertido en la máxima explotación hasta la lucidez: sólo seré rico cuando no mire ni escuche. He aquí la revolución”.

(M. Vicent. El País, 16-I-2000; p. 64)

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La autoestima como aliada

La autoestima como aliada

Muchos de nosotros en algún momento de nuestras vidas, hemos reflexionado o prestado un mayor o menor grado de atención a nuestra autoestima, es decir, a la valoración, el afecto y la aceptación que sentimos por nosotros mismos y que los demás también nos hacen sentir.

Pero, ¿qué es la autoestima? Hace referencia al conjunto de percepciones, imágenes, pensamientos, juicios y afectos que tenemos las personas acerca de nosotras mismas. Se va conformando sobre todo durante nuestra infancia, principalmente a partir de la imagen que nos devuelven las figuras significativas, aunque también es el resultado del proceso de socialización, en el cual la familia y la escuela tienen un papel esencial.

Una autoestima adecuada nos proporciona un trato digno y basado en el respeto hacia nosotros mismos, y además nos facilita la búsqueda activa de actitudes que fomenten nuestro bienestar. Podemos enumerar una serie de características que constituyen una autoestima positiva ,las denominadas siete “aes”:

  1. Aprecio y Afecto: Demostrarnos cariño, comprensión, y en definitiva, sentirnos bien manteniendo hacia nosotros una actitud positiva.
  2. Aceptación: Aprender a aceptarnos tal y como somos, lo cual no quiere decir que no podamos cambiar, y por consiguiente, tener siempre abierta la posibilidad de mejorar ciertos aspectos con los que no nos encontramos del todo cómodos.
  3. Atención y Autoconsciencia: Prestar atención a nuestras cualidades, necesidades, deseos, así como también a nuestros defectos y limitaciones. También es importante observar el modo en que nos vemos a nosotros mismos.
  4. Apertura y Afirmación: Tomar una actitud abierta hacia los demás, reconociéndolos y afirmándolos; bajo esta premisa se encuentra la idea de que no podemos vivir de forma totalmente independiente de otras personas, estamos en constante interrelación con ellos.

En contraposición a lo anterior, quienes tienen una baja autoestima tienden a sentirse culpables con bastante frecuencia, creen que los hechos negativos que ocurren a su alrededor se deben a algo que ellos mismos han hecho mal (es decir, se atribuyen a sí mismos los fracasos y las experiencias negativas), y sin embargo, cuando tienen éxito o logran algo positivo, normalmente suelen buscar causas externas para explicarlo (por ejemplo, el azar, la suerte o la ayuda de otras personas).

Sin duda, la confianza que tenemos en nuestras capacidades y nuestros recursos para manejar las circunstancias y lograr nuestros propósitos se convierte en aspecto clave de la autoestima. Así, junto con una alta motivación y perseverancia (por citar sólo algunas cualidades), podremos contar con nuestra mejor aliada para ayudarnos en el proceso de crecimiento y desarrollo personal.

Aquí os indicamos algunas pautas para mejorar la autoestima:

  • Reconoce tus logros personales y tus éxitos, y felicítate por lo que has conseguido.
  • Acepta tus errores, y aprovéchalos como una oportunidad de aprendizaje, tratando de no aferrarte únicamente a tus limitaciones y defectos.
  • Modera tus exigencias y ajusta expectativas. Date permiso para fallar, regula tus autoimposiciones. A veces somos demasiado críticos con nosotros mismos, quizás sea el momento de valorar si los objetivos que a veces nos planteamos son poco realistas y tenemos entonces que readaptarlos o reformularlos.
  • Plantéate objetivos y metas. Busca el modo de alcanzarlos, elaborando un plan flexible y evaluando los avances que vayas consiguiendo y los obstáculos que se presenten, busca alternativas de solución.
  • Rodéate de un entorno que alimente tu autoestima, personas y ambientes con los que disfrutes y enriquezcan tu vida.

Para terminar, el siguiente fragmento, que corresponde a un poema de Virginia Satir, es una propuesta para reflexionar sobre aquellos aspectos que poseemos, y cómo éstos pueden facilitar nuestra aceptación y autoconocimiento.

(…) Soy dueña de mis fantasías,
mis sueños,
mis esperanzas,
mis temores.
Son míos mis triunfos y mis éxitos,
todos mis fracasos y errores.
Puesto que todo lo mío me pertenece,
puedo llegar a conocerme íntimamente.
Al hacerlo, puedo llegar a quererme
y sentir amistad hacia todas mis partes.
Puedo hacer factible
que todo lo que me concierne funcione
para mis mejores intereses.
Sé que tengo aspectos que me desconciertan
y otros que desconozco.
Pero mientras yo me estime y me quiera,
puedo buscar con valor y optimismo soluciones para las incógnitas
e ir descubriéndome cada vez más.

 

Begoña López

 

 

 

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