Abr 20, 2016 | Aprendizaje, formación, Problem Solving, Psicología, Solución de Problemas
Cómo aprender a resolverlos.
Los seres humanos poseemos una formidable capacidad de complicarlos la vida. Podemos llegar a manifestar tormentosos, retorcidos y persistentes problemas que en ocasiones se convierten en patologías, tales como fobias, trastornos de pánico, obsesiones, manías, anorexia, bulimia, depresión, crisis de pareja, y muchos otros.
Un aspecto fundamental para el conocimiento de los problemas humanos, para saber cómo se construyen y de qué manera pueden ser resueltos, es saber que lo que construye un problema y lo mantienen es precisamente lo que las personas intentan hacer para resolverlo. Una tentativa de solución que no funciona, si es reiterada, no solo no lo resuelve, sino que lo complica, hasta llegar a construir un verdadero círculo vicioso.
Sabemos que la realidad cambia según el punto de vista de quien la mira. Esto conduce a reacciones diversas dependiendo de las diferentes visiones que se pueden hacer de la misma realidad. Diremos que cada persona crea su propia realidad sobre la base de lo que hace, guiada por la visión de su realidad con la cual interactúa. Ya afirmaba Oscar Wilde “no existe una realidad verdadera, sino tantas realidades como se puedan inventar”.
Lo plantearemos de forma algo más clarificadoracon una historia:
“En un día de mucho calor, un padre y su hijo emprenden un viaje, con un asno, para visitar a unos parientes que viven en una ciudad lejana a su comarca.
El padre va montado sobre el asno y el hijo camina a su lado. Cuando pasan delante de un grupo de personas, el padre escucha que éstos dicen:
Entonces el padre baja del asno, hace subir al hijo y continúan así el camino. Pasan frente a otro grupo de personas y el padre escucha que dicen
El padre entonces piensa que lo mejor es que los dos vayan sobre el asno, y así continúan el camino. Poco después pasan por otro grupo de personas y escuchan a estos decir:
Entonces el padre se baja del asno, y hace bajar también a su hijo, y continúan caminando junto al asno. Pasan pues por enfrente de otro grupo de personas, que dicen:
Con esto deberíamos constatar que no existe un conocimiento realmente verdadero de las cosas, solamente puede existir un conocimiento idóneo en cada caso, que nos permita manejar la realidad con la que vivimos. Que permita adaptarnos a lo que percibimos y cuyo desarrollo se presenta mediante un conocimiento que nos enseña a gobernar nuestra realidad del modo más operativo posible.
Ya el conocido filósofo Locke, afirmaba que en realidad consideramos “insensatos a quienes partiendo de premisas equivocadas y usando una lógica correcta y convincente, llegan a conclusiones erróneas”.
Lo que es sorprendente para muchos es que lo que guía a las personas a repetir lapráctica de soluciones disfuncionales no es una “propensión genética” a la patología (salvo excepciones aún así discutibles), sino el aplicar, de manera rígida, soluciones que anteriormente habían funcionado en problemas del mismo tipo. El problema radica en aplicar tentativas de solución aparentemente adecuadas y sobre todo en insistir en su aplicación incluso después de comprobar el fracaso.
Para entenderlo mejor, narraremos una antigua fábula griega:
“Había una mula que todas las mañanas llevaba una carga de leña desde la granja en el valle hasta la cabaña en la montaña, pasando siempre por el mismo sendero a través del bosque, subiendo por la mañana y regresando al anochecer. Una noche, durante una tormenta, un rayo derribó un árbol que obstruyó el sendero. A la mañana siguiente, la mula caminando en su habitual camino, tropezó con el árbol que le impedía el camino. La mula pensó: “el árbol no debe estar aquí, está en un lugar equivocado” y continuó hasta golpear su cabeza contra el árbol, imaginando que éste se desplazaría, ya que ese no era su sitio. Como el árbol no se movió, la mula pensó “quizás no he dado un golpe suficientemente fuerte”, pero el árbol seguía sin moverse. La mula insistió repetidamente…”. Dejamos intuir al lector el trágico final en está fábula.
La vida está llena de eventos problemáticos para cualquiera; la diferencia está en “cómo” cada uno de nosotros afrontamos nuestras realidades, ya que esto conducirá a poner una solución que puede llevar no solo a la no-solución del problema, sino incluso, a su complicación.
En otros términos, errar es humano pero es la incapacidad de modificar los propios errores lo que vuelve las situaciones en irresolubles. Esta resistencia a cambiar las estrategias en la solución a nuestros problemas, se basa en experiencias anteriores con resultados favorables al afrontar problemas del mismo tipo. Pero como dice Oscar Wilde “con la mejor de nuestras intenciones, en ocasiones llegamos a los peores de los efectos”. Cuando creamos una idea de una experiencia vivida como eficaz, tenemos grandes dificultades para cambiar una convicción propia. Así pues, cuando las personas insistimos en poner soluciones que no nos llevan a la solución con una determinada realidad, lo que mantiene el problema es precisamente lo que hacemos, sin éxito, para resolverlos.
Para crear un cambio y construir una realidad más funcional, no tomaremos en consideración el modo en que el problema se ha formado en el pasado, sino cómo éste se mantiene en el presente. Lo que debemos interrumpir, cuando queremos cambiar una realidad, es su persistencia; sobre su formación ocurrida en el pasado, no tenemos ningún poder de intervención.
En realidad no existe ninguna conexión “causal lineal” entre cómo un problema se crea y cómo éste persiste y cómo puede ser cambiado y resuelto. En cambio, si existe una “causalidad circular” entre cómo un problema persiste y lo que las personas hacen para resolverlo sin éxito. Cuando se pretende provocar cambios, lo importante es concentrarse en las tentativas de solución disfuncionales, ya que cambiando o bloqueando éstas, se interrumpe el círculo vicioso que alimenta la persistencia del problema.
En ocasiones nos oponemos al cambio y nos resistimos en un equilibrio que no nos gusta y es incluso disfuncional, pero no podemos evitar hacerlo. Deberemos crear experiencias emotivas diferentes y concretas que pongan a la persona en condiciones de sentir algo distinto con relación a la realidad que debe cambiar, para abrir de este modo la puerta a reacciones diferentes, ya sea de tipo emotivo o comportamental.
El famoso cibernético Heinz von Foerster, afirmaba “si quieres ver, aprende a obrar”. La idea es que para obrar de un modo diferente sea necesario antes aprender a ver el mundo de un modo diferente. Con esto aprenderemos antes a obrar de forma diferente para poder entender de forma diferente y así cambiar nuestra propia percepción de la realidad.
Para la superación de un problema se requiere primero la ruptura del sistema circular entre el sujeto y su realidad, el cual mantiene la situación problemática. Una vez conseguido esto, hay que redefinir y modificar las visiones del mundo que hasta ahora han obligado a la persona a crear respuestas que hacen mantener el problema. A esta fase, le sigue la redefinición y consiguiente modificación de las visiones del mundo que han obligado a la persona a crear respuestas disfuncionales.
Los seres humanos nos relacionamos con la realidad, y a partir de ahí cada uno de nosotros la relaciona con nosotros mismos, con los otros o con el mundo. Mediante este proceso construimos la realidad que nosotros mismos sufrimos o manejamos. Este es el secreto…

“Yo he hecho esto” dice mi memoria. “Yo no puedo haber hecho esto” dice mi orgullo, y se mantiene inamovible. Al final la memoria se rinde.
FRIEDRICH NIETZSCHE. Como se filosofa a martillazos


Feb 8, 2016 | educación, Inteligencia Emocional, Psicología
¿Sólo las personas con un elevado CI tendrán éxito? Durante mucho tiempo se ha mantenido la idea de que sólo aquellas personas con un elevado cociente intelectual (CI) eran las elegidas para tener una vida llena de éxito. Entonces, ¿aquellas con menor nivel intelectual están abocadas al fracaso? La respuesta a estas preguntas es un NO rotundo. Numerosos estudios han demostrado que el CI sólo determina un 30-40% del éxito académico. ¿De qué depende entonces ese tanto por ciento restante? Lo que sentimos, lo que pensamos, cómo actuamos y cómo nos relacionamos con otras personas constituye una parte tan importante o más que nuestro intelecto para disfrutar de una vida plena. ¿De qué le serviría a un abogado ser el primero de su promoción si a la hora de enfrentarse a un juicio no es capaz de percibir las emociones de su defendido o si ante un primer juicio perdido su frustración es tal que piensa que nunca será válido para desempeñar su trabajo?

Desde el momento en que nacemos, las emociones nos acompañarán a lo largo de nuestra vida y formarán una parte inseparable de quiénes somos. Por ello, es fundamental que seamos capaces de reconocer qué sentimos y por qué, aprendiendo a manejarlo de la forma más adecuada.
La familia es la primera escuela para el aprendizaje del mundo de las emociones, pero no es el único. Cuando los más pequeños crecen, el colegio se convierte en uno de sus entornos más habituales, dónde aprenden conceptos nuevos e interactúan con otros adultos y niños que al igual que ellos, llevan consigo sus propias emociones. Es por eso que el colegio pasa a ser uno de los lugares clave dónde continuar trabajando esa otra inteligencia necesaria para tener éxito, la INTELIGENCIA EMOCIONAL, es decir, la habilidad para percibir, usar, comprender y manejar de forma efectiva no sólo nuestras emociones, sino también las de los demás.
El informe Delors (UNESCO 1996) reconoce que la educación emocional es un complemente indispensable en el desarrollo cognitivo y una herramienta fundamental de prevención, ya quemuchos problemas tienen su origen en el ámbito emocional.
¿CÓMO PODEMOS PONER EN PRACTICA EL APRENDIZAJE DE LAS EMOCIONES DESDE EL AULA?
Para trabajar la Inteligencia emocional es necesario adquirir o potenciar cuatro habilidades básicas:
- Aprender a percibir y expresar las emociones. Dicen que la cara es el espejo del alma, y es que una de las formas más claras de reconocer las emociones es a través de la expresión fácil; también nos dará pistas el tono de voz o la postura corporal. Al desarrollar esta habilidad, Marta será capaz de reconocer que Lucía está triste, porque su boca se curva hacia abajo. Aitor, a su vez, reconocerá que siente alegría porque no deja de sonreír mientra
s practica su deporte favorito.
- Acceder y/o generar sentimientos que faciliten el pensamiento. Es la habilidad para tener en cuenta lo que sentimos cuando razonamos o tomamos una decisión y cómo afectan las emociones a nuestra forma de pensar. Por ejemplo, como Laura se ha equivocado en un problema de mates y eso la hace estar triste, piensa que ya no podrá ser profe de mayor y enseñar a los niños esa asignatura.
- Comprender las emociones. El manejo de esta habilidad permitirá integrar lo que sentimos dentro de nuestro pensamiento y etiquetar las emociones, además de conocer las causas que han generado nuestro estado de ánimo y las consecuencias de cómo actuamos. A través de la interiorización de esta habilidad, los niños serán capaces de ponerse en el lugar de sus compañeros y entender las emociones que puedan estar sintiendo. Laura no solo será capaz de reconocer que Lucía está triste sino que comprenderá que se sienta así por haber perdido su estuche favorito, ya que ella también se sintió mal cuando desapareció su cuento, y se acercará a ella ofreciéndole su ayuda.
- Regular las emociones. El aprendizaje de esta habilidad permitirá que los niños aprendan a controlar tanto sus propias emociones como las ajenas, intentando reducir las emociones negativas y aumentando las positivas poniendo en práctica distintas estrategias. Gracias a esta habilidad, Raúl y Víctor, que están discutiendo en el recreo sobre un juego, deciden hablar sobre lo que piensa cada uno y conseguir así llegar a un acuerdo con el que los dos se sientan bien, en lugar de gritarse o insultarse el uno al otro.
Conscientes de la importancia de trabajar tanto el plano emocional, los colegios de la comunidad canaria han comenzado a implantar durante este curso una nueva asignatura en su sistema lectivo: Educación Emocional y para la Creatividad, una materia obligatoria y evaluable que se imparte a los niños de 1º a 4º de Primaria, cuyo objetivo es “gestionar de manera eficiente los sentimientos utilizando la razón, además de expresar y reconocer las emociones y aprender a regularlas y controlarlas utilizándolas de forma productiva”.
Desde Ampsico qu
eremos aplaudir esta iniciativa de los colegios canarios y esperamos que en poco tiempo esta noticia pueda extenderse a muchos más centros y logremos que nuestras aulas también sean “emocionalmente inteligentes”.
“Educar a la mente sin educar el corazón, no es educar en absoluto”
Aristóteles


Nov 1, 2014 | educación, Pedagogía, Psicología
¿Tu hijo impone su ley en casa? ¿Evitas decirle “no” para evitar una explosión de ira que se traduce en llantos y rabietas insoportables? En definitiva, ¿Alguna vez has pensado “no puedo más con mi hijo”? Puede que en ese caso estés sufriendo lo que se conoce como el Síndrome del Emperador, también llamado del niño tirano o del niño rey. Estas son las distintas denominaciones de un fenómeno cada vez más común en el que los niños acaban dominando a sus padres, e incluso, en los casos más extremos, maltratándoles.
¿CÓMO SON ESTOS NIÑOS?
En palabras de Javier Urra, doctor en psicología y primer Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid, el perfil del niño tirano se inicia a corta edad. Un niño tirano no es solamente un caprichoso o se caracteriza por ser hiperactivo. No es solamente un oposicionista, es un niño que, desde muy corta edad, siente placer y disfruta retorciendo la muñeca de su padre o de su madre para conseguir lo que él se propone. Es un niño que se caracteriza por un principio fundamental filosófico, que es primero yo y luego yo. Piensa que todo el mundo gira a su alrededor, no muestra empatía y no le importa ponerse histérico o gritar en la puerta de un gran almacén para conseguir sus objetivos. Este es un proceso que se va degenerando poco a poco con muy mal pronóstico si no se actúa adecuadamente.
A continuación enumeramos algunas características específicas de estos niños:
- Baja tolerancia a la incomodidad, especialmente si es causada por la frustración, el desengaño, el aburrimiento o la negación de lo que han pedido; entonces, expresan esta incomodidad en forma de rabietas, ataques de ira, insultos y/o violencia.
- Sentido exagerado de lo que les corresponde, esperan que las personas que están a su alrededor les proporcionen todo lo que piden y de forma inmediata.
- Presentan escasos recursos para la solución de problemas o afrontar experiencias negativas.
- Se sienten el centro del mundo y exigen atención de todo su entorno.
- Justifican sus conductas mediante factores externos culpando a los demás de lo que hacen, por lo que esperan que sean otros quienes les solucionen sus problemas.
- Muestran una baja empatía y les cuesta sentir culpa, no pueden o no quieren ver la manera en que sus conductas afectan a los demás.
- Discuten las normas y/o los castigos con sus padres a quienes consideran injustos, malos, etc. Este comportamiento les compensa ya que ante el sentimiento de culpa inducido, los padres ceden y terminan saliéndose con la suya.
- Les cuesta adaptarse a las demandas de las situaciones extra familiares, especialmente en la escuela, porque no responden bien a las estructuras sociales establecidas ni a las figuras de autoridad.
- Se sienten tristes, enfadados y/o ansiosos, y suelen tener una autoestima baja.
POSIBLES CAUSAS DEL SÍNDROME DEL EMPERADOR
Los padres son los que deben ejercer su función. Así, padres demasiado protectores y permisivos con sus hijos que tienden a darles todos los caprichos porque creen que “así no sufren”, pueden estar propiciando un clima idóneo para un niño tirano.
Otro factor de riesgo importante dentro del entorno familiar es que exista una discrepancia educativa entre los progenitores. Aunque ello pudiera ocurrir, es fundamental que los padres intenten unificar sus criterios a la hora de educar a sus hijos manteniendo una actitud educativa firme que permita que no haya roturas en la imposición de normas.
Por otro lado, la estructura familiar ha cambiado mucho, con divorcios y nuevas parejas frecuentes, hijos únicos, y el hecho de que cada vez tenemos hijos a una edad más tardía o los adoptamos. En estos contextos es fácil que un niño se convierta en un bien preciado cuyos deseos siempre hay que satisfacer, que no puede sufrir ni conocer disciplina alguna.
Otro aspecto a tener en cuenta es que hoy en día los niños viven en una sociedad consumista, individualista y donde prima el éxito fácil y rápido por encima de todo. Además, puede existir una predisposición genética de carácter que explicaría por qué dentro de una misma familia, y en las mismas condiciones, sólo se ve afectado un hijo.
SEÑALES DE ALERTA
Resulta complicado trazar la línea que separa un comportamiento normal del problemático o patológico y más cuando se trata de nuestros hijos a los que queremos por encima de todo. En algunos casos existe una tendencia a exculpar siempre a los hijos restándole importancia cuando aparecen conductas inapropiadas con un simple “son cosas de niños”. Esta actitud no ayuda a los niños y los padres deben estar atentos a pequeños que imponen de manera sistemática su voluntad o tienen rabietas en lugares públicos delante de toda la familia. Así mismo nos debemos fijar en el niño que siempre se sale con la suya, puesto que, muchas veces hacen girar a la familia siempre entorno a él. Debemos pensar que si se les deja hacer siempre lo que quieren acabaremos en las redes del chantaje emocional.
Es posible que al leer esto alguien piense que casi todos los niños pequeños tienen muchas rabietas. Y es cierto; todos tienen rabietas, pero hay que intentar que no se salgan con la suya. A partir del primer año de edad, en general, hay que marcar límites claros de forma que el menor sepa hasta dónde puede llegar.
ALGUNOS CONSEJOS PARA FRENAR AL NIÑO TIRANO
• Como ya hemos indicado anteriormente, es fundamental que ambos progenitores estén de acuerdo en cómo quieren educar a sus hijos, en cuál va a ser su modelo educativo y actuar ante los menores sin fisuras, porque si las hay, el niño se aprovechará enseguida de ellas.
• Los padres deben ser capaces de admitir que su hijo es un tirano y no buscarle atenuantes. Si no se reconoce que existe un problema será imposible llegar a una solución.
• El día a día del niño debe estar pautado. La rutina es también un aspecto clave en el crecimiento de los pequeños. Se deben establecer horas fijas para comer, para acostarse, para hacer los deberes, etc. También es adecuado establecer una serie de obligaciones en casa acordes a la edad del niño (hacer la cama, poner y quitar la mesa, etc.) de las que no se puede escabullir, así como normas claras sobre su tiempo de ocio.
• Nada de amenazas. Las amenazas transmiten inseguridad al niño y sólo logran aumentar su tendencia a la negación especialmente si nunca llegan a cumplirse.
• No se trata de prohibirlo todo después de haberle dejado hacerlo todo. Una vez dicho una cosa, no hay que retractarse, así que más vale pensar con calma antes de hablar y actuar.
• No hay que ponerse a la altura del niño: si grita, patalea y monta una escena, hay que respirar y contenerse. Nada de chillidos o tortazos, los padres son los adultos y los que deben mantener el control de la situación. Es mejor esperar a que se calme sin hacerle el más mínimo caso haciéndole ver que mientras siga comportándose así no conseguirá nada.
• No sirve de nada argumentar sin fin, el niño tirano no está acostumbrado a las palabras. En vez de discutir, simplemente se le recuerdan las normas que hemos fijado y su deber de respetarlas.
• Tampoco sirve pedirle que se ponga en tu lugar, precisamente un rasgo típico es una baja empatía.
• Los milagros no existen, educar es una carrera de fondo. Puede que no se aprecien resultados inmediatos, pero, según va creciendo, el niño logrará interiorizar nuestras enseñanzas.
Es importante decir que si los padres han llegado al punto límite con sus hijos tiranos, puede que no baste con seguir algunos de estos consejos, sino que deben pedir ayuda externa. Es mejor no llegar hasta ese punto límite por lo que estar atentos a esas posibles señales de alarma es fundamental para atajar el problema antes de que se llegue a una situación insostenible.


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