¿Alguna vez te has sentido como un barco a la deriva?
En los años que llevo trabajando como psicóloga, he tenido el privilegio de escuchar infinidad de historias preciosas e inspiradoras. He aprendido que aunque las experiencias de cada uno sean diferentes conectan con todos y cada uno de nosotros. De corazón a corazón.
Quiero compartir con ustedes una de las cartas reflejo de esta historias. Está escrita desde el sabio interior que todos llevamos dentro. Este es el trayecto de una valiente que logró superar la culpa y encontrar la felicidad.
Soy un barco…
A mi me hubiera gustado ser un velero. Por qué un velero te preguntarás. Por el placer de surcar las aguas sin preocupaciones, tranquila y solo pensando en llegar a puerto…
Pero claro, yo no soy así. ¿Y qué tipo de barco soy? Pues soy un barco carga o mercancía, que va surcando las aguas de la vida, parando en cada puerto y recogiendo carga y más carga… de la hermana, de la madre, del padre… Y así poco a poco el barco se va llenando. En pocas ocasiones voy a lo mio sin preocuparme por los demás. Porque uno no elige el tipo de barco que es. O eso creía yo…
Cada vez me cuesta más surcar estas aguas de la vida. La travesía sigue pero cada vez es más lenta y costosa. Decido que hay que soltar carga, pero no puedo, porque entonces me asalta la culpa. Esa culpa que me juzga y que dice que eso no es lo correcto. Pero en realidad soy yo misma la que me estoy juzgando, no los demás. Supongo que los demás pensarán que no estoy haciéndolo bien si no los escucho o no les ayudo. Pero realmente son suposiciones de mi cabeza y esa culpa es la carga más pesada de todas.
Llegó un día en el que empecé a hundirme. Entro agua y más agua y me fui yendo al fondo. Entonces, justo en ese momento, es cuando decido pedir ayuda. Pero claro no cualquier ayuda sirve para rescatarme. Necesitaba una ayuda especializada. Porque vi claro que seguiría hundiéndome y mi carga conmigo.
Gracias a la ayuda recibida conseguí salir a flote, aprendiendo que nadie me puede juzgar ¿Qué esta bien y que esta mal de nuestras acciones al fin y al cabo?
El peor juez es uno mismo y nos creamos esa culpa de la que tanto nos cuesta despegarnos. No soy peor persona por no poder con todo lo que me echan encima o por poner límites en mi vida.
Seguro que los demás lo entienden, pero la primera persona que tiene que entenderlo soy yo y no nacerá la culpa.
He aprendido que la vida es el mar y yo soy el barco que fluye. El agua del mar me ayuda a flotar pero sino tengo cuidado me puedo ahogar.
Ahora puedo decir que soy bastante más velero y menos barco de carga. Porque este barco puede cambiar y ser lo que yo quiero que sea.
Gracias, barco de rescate.
Anónimo
Desde pequeños tenemos que aprender a vivir en este mundo. Sin embargo no siempre es fácil. Para superar los obstáculos que nos vamos encontrando vamos desarrollando estrategias. Como por ejemplo ayudar a los demás, ser fuerte, no mostrar la vulnerabilidad… Estas estrategias pueden llegar a resultar obsoletas en nuestro presente. Poniendo conciencia en nuestra forma de afrontar la vida podemos decidir cuáles de nuestras acciones nos están ayudando y cuáles nos están saboteando. Y desde ahí decidir que tipo de barco queremos realmente ser 🙂
Experiencias como las que encontramos en esta carta producen un impacto positivo no solo en el/la autora. Sino que se convierten en una herramienta que puede ayudar a otras personas que se encuentren en una situación similar. Estas cartas de sabios crean una comunidad de personas que han marcado la diferencia. Al fin y al cabo el amor se hace más grande a medida que lo compartimos.
Que buena comparación. A menudo nos juzgamos mucho más duro a nosotros mismos de lo que lo haríamos con los demás.
Yo me siento tal cual pero sin dirección alguna , actualmente me acabo de separa de mi mujer y perdí a mi hija , no tengo trabajo y la verdad , me siento fracasado en todo. Siento q falle como marido , como padre de familia , cada vez q busco trabajo no duro porque soy hasta infeliz en los trabajos q hago para los demás. Es largo de explicar , caí en esta página porque busqué en Google que me sentía como un barco a la deriva.