Aulas emocionalmente inteligentes ¿un futuro próximo?
¿Sólo las personas con un elevado CI tendrán éxito? Durante mucho tiempo se ha mantenido la idea de que sólo aquellas personas con un elevado cociente intelectual (CI) eran las elegidas para tener una vida llena de éxito. Entonces, ¿aquellas con menor nivel intelectual están abocadas al fracaso? La respuesta a estas preguntas es un NO rotundo. Numerosos estudios han demostrado que el CI sólo determina un 30-40% del éxito académico. ¿De qué depende entonces ese tanto por ciento restante? Lo que sentimos, lo que pensamos, cómo actuamos y cómo nos relacionamos con otras personas constituye una parte tan importante o más que nuestro intelecto para disfrutar de una vida plena. ¿De qué le serviría a un abogado ser el primero de su promoción si a la hora de enfrentarse a un juicio no es capaz de percibir las emociones de su defendido o si ante un primer juicio perdido su frustración es tal que piensa que nunca será válido para desempeñar su trabajo?
Desde el momento en que nacemos, las emociones nos acompañarán a lo largo de nuestra vida y formarán una parte inseparable de quiénes somos. Por ello, es fundamental que seamos capaces de reconocer qué sentimos y por qué, aprendiendo a manejarlo de la forma más adecuada.
La familia es la primera escuela para el aprendizaje del mundo de las emociones, pero no es el único. Cuando los más pequeños crecen, el colegio se convierte en uno de sus entornos más habituales, dónde aprenden conceptos nuevos e interactúan con otros adultos y niños que al igual que ellos, llevan consigo sus propias emociones. Es por eso que el colegio pasa a ser uno de los lugares clave dónde continuar trabajando esa otra inteligencia necesaria para tener éxito, la INTELIGENCIA EMOCIONAL, es decir, la habilidad para percibir, usar, comprender y manejar de forma efectiva no sólo nuestras emociones, sino también las de los demás.
El informe Delors (UNESCO 1996) reconoce que la educación emocional es un complemente indispensable en el desarrollo cognitivo y una herramienta fundamental de prevención, ya quemuchos problemas tienen su origen en el ámbito emocional.
¿CÓMO PODEMOS PONER EN PRACTICA EL APRENDIZAJE DE LAS EMOCIONES DESDE EL AULA?
Para trabajar la Inteligencia emocional es necesario adquirir o potenciar cuatro habilidades básicas:
- Aprender a percibir y expresar las emociones. Dicen que la cara es el espejo del alma, y es que una de las formas más claras de reconocer las emociones es a través de la expresión fácil; también nos dará pistas el tono de voz o la postura corporal. Al desarrollar esta habilidad, Marta será capaz de reconocer que Lucía está triste, porque su boca se curva hacia abajo. Aitor, a su vez, reconocerá que siente alegría porque no deja de sonreír mientras practica su deporte favorito.
- Acceder y/o generar sentimientos que faciliten el pensamiento. Es la habilidad para tener en cuenta lo que sentimos cuando razonamos o tomamos una decisión y cómo afectan las emociones a nuestra forma de pensar. Por ejemplo, como Laura se ha equivocado en un problema de mates y eso la hace estar triste, piensa que ya no podrá ser profe de mayor y enseñar a los niños esa asignatura.
- Comprender las emociones. El manejo de esta habilidad permitirá integrar lo que sentimos dentro de nuestro pensamiento y etiquetar las emociones, además de conocer las causas que han generado nuestro estado de ánimo y las consecuencias de cómo actuamos. A través de la interiorización de esta habilidad, los niños serán capaces de ponerse en el lugar de sus compañeros y entender las emociones que puedan estar sintiendo. Laura no solo será capaz de reconocer que Lucía está triste sino que comprenderá que se sienta así por haber perdido su estuche favorito, ya que ella también se sintió mal cuando desapareció su cuento, y se acercará a ella ofreciéndole su ayuda.
- Regular las emociones. El aprendizaje de esta habilidad permitirá que los niños aprendan a controlar tanto sus propias emociones como las ajenas, intentando reducir las emociones negativas y aumentando las positivas poniendo en práctica distintas estrategias. Gracias a esta habilidad, Raúl y Víctor, que están discutiendo en el recreo sobre un juego, deciden hablar sobre lo que piensa cada uno y conseguir así llegar a un acuerdo con el que los dos se sientan bien, en lugar de gritarse o insultarse el uno al otro.
Conscientes de la importancia de trabajar tanto el plano emocional, los colegios de la comunidad canaria han comenzado a implantar durante este curso una nueva asignatura en su sistema lectivo: Educación Emocional y para la Creatividad, una materia obligatoria y evaluable que se imparte a los niños de 1º a 4º de Primaria, cuyo objetivo es “gestionar de manera eficiente los sentimientos utilizando la razón, además de expresar y reconocer las emociones y aprender a regularlas y controlarlas utilizándolas de forma productiva”.
Desde Ampsico queremos aplaudir esta iniciativa de los colegios canarios y esperamos que en poco tiempo esta noticia pueda extenderse a muchos más centros y logremos que nuestras aulas también sean “emocionalmente inteligentes”.
“Educar a la mente sin educar el corazón, no es educar en absoluto”
Aristóteles
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