¿Tu hijo impone su ley en casa? Síndrome del Emperador

¿Tu hijo impone su ley en casa? Síndrome del Emperador

¿Tu hijo impone su ley en casa? ¿Evitas decirle “no” para evitar una explosión de ira que se traduce en llantos y rabietas insoportables? En definitiva, ¿Alguna vez has pensado “no puedo más con mi hijo”? Puede que en ese caso estés sufriendo lo que se conoce como el Síndrome del Emperador, también llamado del niño tirano o del niño rey. Estas son las distintas denominaciones de un fenómeno cada vez más común en el que los niños acaban dominando a sus padres, e incluso, en los casos más extremos, maltratándoles.

¿CÓMO SON ESTOS NIÑOS?

En palabras de Javier Urra, doctor en psicología y primer Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid, el perfil del niño tirano se inicia a corta edad. Un niño tirano no es solamente un caprichoso o se caracteriza por ser hiperactivo. No es solamente un oposicionista, es un niño que, desde muy corta edad, siente placer y disfruta retorciendo la muñeca de su padre o de su madre para conseguir lo que él se propone. Es un niño que se caracteriza por un principio fundamental filosófico, que es primero yo y luego yo. Piensa que todo el mundo gira a su alrededor, no muestra empatía y no le importa ponerse histérico o gritar en la puerta de un gran almacén para conseguir sus objetivos. Este es un proceso que se va degenerando poco a poco con muy mal pronóstico si no se actúa adecuadamente.

A continuación enumeramos algunas características específicas de estos niños:

  1. Baja tolerancia a la incomodidad, especialmente si es causada por la frustración, el desengaño, el aburrimiento o la negación de lo que han pedido; entonces, expresan esta incomodidad en forma de rabietas, ataques de ira, insultos y/o violencia.
  2. Sentido exagerado de lo que les corresponde, esperan que las personas que están a su alrededor les proporcionen todo lo que piden y de forma inmediata.
  3. Presentan escasos recursos para la solución de problemas o afrontar experiencias negativas.
  4. Se sienten el centro del mundo y exigen atención de todo su entorno.
  5. Justifican sus conductas mediante factores externos culpando a los demás de lo que hacen, por lo que esperan que sean otros quienes les solucionen sus problemas.
  6. Muestran una baja empatía y les cuesta sentir culpa, no pueden o no quieren ver la manera en que sus conductas afectan a los demás.
  7. Discuten las normas y/o los castigos con sus padres a quienes consideran injustos, malos, etc. Este comportamiento les compensa ya que ante el sentimiento de culpa inducido, los padres ceden y terminan saliéndose con la suya.
  8. Les cuesta adaptarse a las demandas de las situaciones extra familiares, especialmente en la escuela, porque no responden bien a las estructuras sociales establecidas ni a las figuras de autoridad.
  9. Se sienten tristes, enfadados y/o ansiosos, y suelen tener una autoestima baja.

POSIBLES CAUSAS DEL SÍNDROME DEL EMPERADOR

Los padres son los que deben ejercer su función. Así, padres demasiado protectores y permisivos con sus hijos que tienden a darles todos los caprichos porque creen que “así no sufren”, pueden estar propiciando un clima idóneo para un niño tirano.
Otro factor de riesgo importante dentro del entorno familiar es que exista una discrepancia educativa entre los progenitores. Aunque ello pudiera ocurrir, es fundamental que los padres intenten unificar sus criterios a la hora de educar a sus hijos manteniendo una actitud educativa firme que permita que no haya roturas en la imposición de normas.

Por otro lado, la estructura familiar ha cambiado mucho, con divorcios y nuevas parejas frecuentes, hijos únicos, y el hecho de que cada vez tenemos hijos a una edad más tardía o los adoptamos. En estos contextos es fácil que un niño se convierta en un bien preciado cuyos deseos siempre hay que satisfacer, que no puede sufrir ni conocer disciplina alguna.

Otro aspecto a tener en cuenta es que hoy en día los niños viven en una sociedad consumista, individualista y donde prima el éxito fácil y rápido por encima de todo. Además, puede existir una predisposición genética de carácter que explicaría por qué dentro de una misma familia, y en las mismas condiciones, sólo se ve afectado un hijo.

SEÑALES DE ALERTA

Resulta complicado trazar la línea que separa un comportamiento normal del problemático o patológico y más cuando se trata de nuestros hijos a los que queremos por encima de todo. En algunos casos existe una tendencia a exculpar siempre a los hijos restándole importancia cuando aparecen conductas inapropiadas con un simple “son cosas de niños”. Esta actitud no ayuda a los niños y los padres deben estar atentos a pequeños que imponen de manera sistemática su voluntad o tienen rabietas en lugares públicos delante de toda la familia. Así mismo nos debemos fijar en el niño que siempre se sale con la suya, puesto que, muchas veces hacen girar a la familia siempre entorno a él. Debemos pensar que si se les deja hacer siempre lo que quieren acabaremos en las redes del chantaje emocional.

Es posible que al leer esto alguien piense que casi todos los niños pequeños tienen muchas rabietas. Y es cierto; todos tienen rabietas, pero hay que intentar que no se salgan con la suya. A partir del primer año de edad, en general, hay que marcar límites claros de forma que el menor sepa hasta dónde puede llegar.

Emperador 1ALGUNOS CONSEJOS PARA FRENAR AL NIÑO TIRANO

• Como ya hemos indicado anteriormente, es fundamental que ambos progenitores estén de acuerdo en cómo quieren educar a sus hijos, en cuál va a ser su modelo educativo y actuar ante los menores sin fisuras, porque si las hay, el niño se aprovechará enseguida de ellas.

• Los padres deben ser capaces de admitir que su hijo es un tirano y no buscarle atenuantes. Si no se reconoce que existe un problema será imposible llegar a una solución.

• El día a día del niño debe estar pautado. La rutina es también un aspecto clave en el crecimiento de los pequeños. Se deben establecer horas fijas para comer, para acostarse, para hacer los deberes, etc. También es adecuado establecer una serie de obligaciones en casa acordes a la edad del niño (hacer la cama, poner y quitar la mesa, etc.) de las que no se puede escabullir, así como normas claras sobre su tiempo de ocio.

• Nada de amenazas. Las amenazas transmiten inseguridad al niño y sólo logran aumentar su tendencia a la negación especialmente si nunca llegan a cumplirse.

• No se trata de prohibirlo todo después de haberle dejado hacerlo todo. Una vez dicho una cosa, no hay que retractarse, así que más vale pensar con calma antes de hablar y actuar.

• No hay que ponerse a la altura del niño: si grita, patalea y monta una escena, hay que respirar y contenerse. Nada de chillidos o tortazos, los padres son los adultos y los que deben mantener el control de la situación. Es mejor esperar a que se calme sin hacerle el más mínimo caso haciéndole ver que mientras siga comportándose así no conseguirá nada.

• No sirve de nada argumentar sin fin, el niño tirano no está acostumbrado a las palabras. En vez de discutir, simplemente se le recuerdan las normas que hemos fijado y su deber de respetarlas.

• Tampoco sirve pedirle que se ponga en tu lugar, precisamente un rasgo típico es una baja empatía.

• Los milagros no existen, educar es una carrera de fondo. Puede que no se aprecien resultados inmediatos, pero, según va creciendo, el niño logrará interiorizar nuestras enseñanzas.

Es importante decir que si los padres han llegado al punto límite con sus hijos tiranos, puede que no baste con seguir algunos de estos consejos, sino que deben pedir ayuda externa. Es mejor no llegar hasta ese punto límite por lo que estar atentos a esas posibles señales de alarma es fundamental para atajar el problema antes de que se llegue a una situación insostenible.

Julia Romero Bernal, psicóloga en Ampsico

 

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