Aprende porque las dietas fracasan y como evitarlo

Aprende porque las dietas fracasan y como evitarlo

Aprende porque las dietas fracasan y como evitarlo

 

Como sabemos, han acabado las navidades, momento de estar con la familia y de tener relaciones sociales enmarcadas en un escenario de opulencia alimentaria. Quién más y quién menos hemos cogido peso que no deseamos mantener, por lo que es bastante frecuente el ponernos a dieta de cara a encontrarnos mejor y recuperar una forma física deseada.

En el mundo en que vivimos, es común conocer diversas dietas, pero lo paradójico que se desprende de un análisis, es que todas ellas son eficaces y son capaces de producir efectos de adelgazamiento real en quienes las siguen.

El problema esencial de cualquier dieta no reside en su eficacia en sí, sino en su mantenimiento a largo plazo.

En éste análisis, se desprende que, el seguimiento y adhesión a las recomendaciones dietéticas presentan un resultado de un 10%, mientras que si lo comparamos con el seguimiento de la toma de fármacos, asciende a un 80%. Es por eso que parece claro que el problema reside precisamente en la dificultad de llevar a la práctica, y sobre todo a mantener a lo largo del tiempo, las indicaciones dietéticas.

En el caso de que aceptemos seguir una dieta, con las restricciones que ella conlleva, y somos capaces de mantenerla hasta que termine, lo más probable es que adelgacemos. Pero ¿y si no somos capaces de seguir las indicaciones? Estamos abocados a mantener un círculo vicioso de “empezar la dieta”.

 

El motivo de que las dietas y su mantenimiento fracasen, es que todas se basan en el control, de la limitación y del sacrificio. Es por eso que antes o después se vuelven insoportables porque chocan de forma frontal con la sensación básica fundamental en la que se basa nuestra relación con la comida: El placer.

Desde el punto de vista de la terapia estratégica, ante estas situaciones de restricciones dietéticas, tenemos diversas soluciones fallidas, que tendremos que tener en cuenta a la hora de ponernos a dieta:

El efecto de transgresión: Cuanto mayor es la prohibición, mayor es el deseo.

Una forma segura de fracasar ante un proyecto de dieta es prohibirse los alimentos deseados e incluso con más calorías. Debido a que si se prohíbe, se vuelve más deseado y como la crecida de un río, se agolpa el deseo sobre el dique y se desborda o bien rompe el dique y se propaga de forma violenta.

Parafraseando a Oscar Wilde, “no hay nada más irresistible que una prohibición por transgredir”.

El efecto condena: el éxito aparente.

Se refiere a la secuencia que encarna el éxito de lograr estar a dieta y perder kilos de más, mantener el equilibrio durante cierto tiempo y luego, inexorablemente, perder el control y engordar de nuevo. Es como en una condena bíblica, tras haber obtenido, con grandes esfuerzos, el logro de adelgazar, llega el fracaso de verse nuevamente arrebatado por el demonio del hambre compulsiva. Es como en el mito de Sísifo, que:

“fue condenado por Zeus a empujar un enorme pedrusco por una cuesta empinada hacia la cima, para luego verlo rodar hacia abajo y tener que empezar de nuevo, eternamente y sin tregua”.

 

El efecto evitación: Para evitar las tentaciones, renuncio a las sensaciones.

Cuando evitas que te inviten a cenar, comidas de empresa, o cualquier evento social con comida por medio, donde podría poner en peligro el esfuerzo realizado para mantener la línea. Personas que están siempre a la defensiva en cuanto a tentaciones culinarias ya que temen, y con razón, que la menor cesión frente al placer de comer, generaría un rápido colapso de la línea  que les ha costado tanto conquistar. Pero como dijo San Agustín,

“nadie puede vivir sin placer”.

El efecto rebelión: ya que no lo consigo, me dejo llevar.

Cuando el intento de alcanzar y mantenerse en buena forma física falla repetidamente, la persona puede reaccionar, según su carácter, de varias formas, pero una de las reacciones más frecuentes es la rebelión total frente al sacrificio alimentario, por lo que el individuo se deja ir y se abandona por completo al placer de comer y beber. Todo ello con la premisa de Oscar Wilde, para éstas personas

“la única forma de liberarse de una tentación es caer en ella”.

El efecto de lucha continua: debo gastar más de lo que como.

Si seguir una dieta es una meta difícil de alcanzar, parece razonable el pensar que si se consume más de lo que se ingiere en términos calóricos, las cuentas deberían dar un resultado favorable. Si este razonamiento siguiera un fundamento matemático sería perfecto, pero es mayor el esfuerzo psicológico que el físico, ya que si físicamente es posible soportar el ejercicio físico diario prolongado, psicológicamente esto se convierte en una obsesión. La mayoría de las veces el aumento del ejercicio físico lleva a un aumento del apetito, bien sea por el estímulo fisiológico natural del movimiento o bien por una especie de “compensación o premio” por el esfuerzo realizado. Así, cuanto más ejercicio físico realizo, más tiendo a comer, pero cuanto más como, más movimiento físico me veré condenado a hacer, activando así el círculo vicioso.

 

En definitiva, estas soluciones fracasadas, se basan siempre en la máxima de “si no te lo concedes, será irrenunciable…”.

En caso contrario, “si te lo concedes, podrás renunciar a ello”. En esto se basa la forma de proceder para tener éxito en una dieta, desde la posibilidad de empezar a hacer concesiones sin que las restricciones sean el único funcionamiento para poder enfrentarnos al problema de la dieta.

Por tanto, si una solución ante un problema no funciona y se repite, conduce a fracasos adicionales. Si una persona sigue haciendo lo que ha hecho siempre, obtendrá lo que siempre ha obtenido, y si además aumenta la dosis, aumentarán también los efectos obtenidos, por lo que cerraría el círculo vicioso ante los diversos problemas que nos encontramos en la vida.

En definitiva, si se sigue insistiendo en utilizar las mismas soluciones ineficaces, el problema se mantendrá siempre sin resolver. Además, la desilusión ante el fracaso habitual, conduce a una actitud de renuncia ante la aparente “imposibilidad” de perder peso y mantenerse en forma.

 

Siguiendo la experiencia de Albert Einstein

Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”.

 

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