En una mañana fría de mediados de septiembre se oye en un pequeño niño de 5 años un lloro inconsolable y asustado al ver a su madre como se aleja de la puerta del cole, donde sus lagrimas no paran de cesar mientras por dentro se pregunta, “¿porque me dejas aquí?, solo, de repente, sin tí, después de tres meses juntos?”, quizá no me haya separado ni un solo momento de mis padres en éste verano y, comparado con ese momento esto sea un infierno, o tal vez, no me hayan comentado todas las cosas positivas que tiene la emocionante vuelta al cole…
Cuando hablamos de estrés postvacacional se nos viene directamente a la cabeza un adulto, un retorno que a la mayoría se nos hace muy cuesta arriba. ¿En qué manera afecta también a los niños?…como en muchos casos todo depende de cómo nos lo planteemos. La solución no es pretender volver forzadamente con una molesta sonrisa de oreja a oreja, sino con firmeza y decisión. Esta vuelta es algo inevitable, por lo que si lo asumimos como algo natural y necesariamente “obligatorio” que es, se nos hará más llevadero. ¿Para qué vamos a sufrir por intentar cambiar o retrasar un momento que necesariamente tiene que ocurrir? Leyendo estas líneas parece que nos adentráramos en el mismo infierno, pero, realmente, hay gente que lo vive así, como una auténtica tragedia. Volvamos a retomar la pregunta ¿y a los niños cómo les afecta el estrés postvacacional?
Como cualquier cambio hay que gestionarlo, y tramitarlo de manera adecuada. La adaptación a la rutina tras las vacaciones puede ocasionar determinadas alteraciones emocionales y físicas conocidas como el llamado “síndrome de depresión post-vacacional”. Este es un trastorno que no sólo sufren los adultos, sino que también afecta a los niños que deben recuperar su ritmo habitual en cuanto a horarios, alimentación y actividades en muy poco tiempo y con la dificultad añadida de que, en el caso de los niños, es más complejo identificar esta pequeña crisis.
Los padres son los principales protagonistas influyentes de las reacciones de nuestros menores y como tales, debemos ser ejemplos de ello. Debemos fomentar todos esos aspectos positivos de la vuelta al cole y minimizar los posibles aspectos adversos, pero sin negarlos. Paralelamente la vuelta al cole de los niños supone frecuentemente un desahogo para los padres, pero a su vez no todos los niños lo viven de esta manera tan desahogada. Para ellos ha llegado el gran día, para unos bueno y esperado, para otros odiado y traumático.
Los posibles síntomas cambian en función de la edad del niño y de la intensidad del sufrimiento que presente, pero los indicios de este síndrome de depresión postvacacional en niños pueden incluir: insomnio, llanto, molestias digestivas, alteraciones emocionales, vómitos o diarreas.
Destaquemos ahora algunos aspectos que los padres deben tener en cuenta para ayudar a gestionar en sus hijos la hora de plantear la vuelta al cole:
- Los padres deben planificar el regreso de forma gradual. Fomentar la adaptación del organismo a los nuevos horarios. Reservar un par de días para que los niños se adapten a los horarios del otoño.
- Si los padres ayudan a identificar los aspectos positivos que tiene el final de las vacaciones, el niño se adaptará a la nueva etapa con muchas menos dificultades. Ver a los compañeros, volver a utilizar materiales de clase o volver a jugar a juegos que solo practicabas con tus compis de cole, puede ser alguno de esos ejemplos.
- Antes de que llegue este momento, es beneficioso hablarle de este retorno, a quienes verán, donde comerán, horarios orientativos…y también, durante el verano, es recomendable que se relacione con gente nueva, adquirir nuevas rutinas en campamentos, etc..Como mencionábamos en otro de nuestros artículos ” Los campamentos son un verdadero espacio de crecimiento y desarrollo emocional. Desarrollan la independencia, el sentido de la responsabilidad y la autonomía, el niño se habitúa a estar sin sus padres y a interactuar con sus compañeros y monitores. – ART. Campamentos de verano. Una opción con inteligencia (emocional) –
- Debemos evitar, en el caso de que rompan a llorar en su primer día, ridiculizar a los niños, llamarles bebés, compararles con amigos/compañeros que sonríen y no lloran. No debemos olvidar que cada niño canaliza sus emociones como puede o quiere. El llanto es visto como algo nocivo cuando en realidad es su vía de escape, su manera de comunicar una emoción. Ese llanto es la cúspide de un amasijo de emociones que ni el mismo sabe controlar, a veces, ni saber si son por aspectos positivos o negativos: alegría por reencontrarse con los amigos, deseo de ver a su profesora, nervios por las cosas nuevas que vendrán, miedo por separarse de nuevo de los padres…¿ Que debemos hacer entonces? Debemos acompañarles, no enfadarnos, abrazarles y explicarles que les entendemos. ¿Tú como adulto no te has puesto nervioso un primer día de trabajo, en una entrevista o en cualquier situación importante en tu vida? El colegio es de lo más importante que sucede en la vida de nuestros hijos, los cambios, la novedad, el reencuentro, la separación de los padres. Todo ello lo convierte en un acontecimiento único. Y lloran…. lloran porque ellos aún no sienten vergüenza por mostrar sus emociones, lloran porque es su manera de dejar salir ese nudo que se les formó en la garganta.
- Por último tener paciencia. Los comienzos son complicados y debemos dejar su tiempo a los niños para continuar con su proceso de adaptación. Debemos lucir y sentir la mejor de nuestras sonrisas y desplegar nuestro cariño y comprensión para así poder mitigar los posibles contratiempo de la emocionante vuelta al cole.
Comentarios recientes