Carta de una terapeuta a una participante de un taller

Carta de una terapeuta a una participante de un taller

GRACIAS

Carta de una terapeuta a una participante de un taller

 

A ti, que cuando entraste por esa puerta el primer día pusiste toda tu confianza en nosotras, en personas desconocidas. A lo mejor no lo sabes, o sí, pero estábamos igual o más nerviosas que tú.

A ti, que has hecho realidad un trabajo que llevamos tiempo creando con ilusión y corazón. Pero si no hay receptoras tan implicadas como tú, nada de esto tendría sentido.

A ti, que cuando te proponemos una dinámica, por muy disparatada que sea, te pones en marcha como si te fuera la vida en ello y te transformas en lo que te pedimos. ¡Viva la improvisación y viva la motivación!

A ti, que semana tras semanas sigues viniendo dejando, aunque sea por unas horas, tus quehaceres y asuntos importantes del día a día. Cada una tenemos una historia y un presente, pero juntas le damos al pause del tiempo y nos metemos en este espacio que hemos creado paralelo al mundo. Nuestro mundo. Será algo temporal en el tiempo, pero con eterno aprendizaje para el corazón. O al menos eso queremos, para eso trabajamos.

A ti, que cuando terminamos una de nuestras sesiones, casi siempre con el reloj avisando de que nos estamos excediendo, de repente caes que han pasado más de dos horas reales. Cuando para ti tan solo ha sido un rato. Ese feedback tan sincero es para nosotros grandioso.

A ti, que te atreves a contarnos tus historias, tus miedos, tus preocupaciones y cualquier otro asunto que te ronda por la cabeza. Eres muy valiente al relatarlo en voz alta y permitir que el resto te escuchemos. Esa exposición no es fácil.

A ti, que pieza a pieza construyes el puzzle de tu vida, el puzzle de tu autoestima. Descubriendo que eres la principal protagonista de la película y adquiriendo una sensación de control sobre ti. Ese es el mayor premio. Ese es el verdadero aprendizaje. Enhorabuena. ERES ÚNICA, créetelo.

A ti, que permites que tu risa, llanto, frustración o cualquier otro acontecimiento que te abruma, fluya. Le das espacio. Lo muestras. Sin censura. A nosotras nos llena el alma. La realidad de las situaciones y la espontaneidad de las personas como tú es lo que nos hace crecer. Una y mil veces gracias.

A ti, que has venido para cambiarnos. Has venido para quedarte en nuestro corazón.

 

Gracias por todo, gracias por tanto.

 

¿Alguna vez te has sentido como un barco a la deriva? No estás solo

¿Alguna vez te has sentido como un barco a la deriva? No estás solo

¿Alguna vez te has sentido como un barco a la deriva?

En los años que llevo trabajando como psicóloga, he tenido el privilegio de escuchar infinidad de historias preciosas e inspiradoras. He aprendido que aunque las experiencias de cada uno sean diferentes conectan con todos y cada uno de nosotros. De corazón a corazón.

Quiero compartir con ustedes una de las cartas reflejo de esta historias. Está escrita desde el sabio interior que todos llevamos dentro. Este es el trayecto de una valiente que logró superar la culpa y encontrar la felicidad.

Soy un barco… 

 

A mi me hubiera gustado ser un velero. Por qué un velero te preguntarás. Por el placer de surcar las aguas sin preocupaciones, tranquila y solo pensando en llegar a puerto…

 

Pero claro, yo no soy así. ¿Y qué tipo de barco soy? Pues soy un barco carga o mercancía, que va surcando las aguas de la vida, parando en cada puerto y recogiendo carga y más carga… de la hermana, de la madre, del padre… Y así poco a poco el barco se va llenando. En pocas ocasiones voy a lo mio sin preocuparme por los demás. Porque uno no elige el tipo de barco que es. O eso creía yo…

 

Cada vez me cuesta más surcar estas aguas de la vida. La travesía sigue pero cada vez es más lenta y costosa. Decido que hay que soltar carga, pero no puedo, porque entonces me asalta la culpa. Esa culpa que me juzga y que dice que eso no es lo correcto. Pero en realidad soy yo misma la que me estoy juzgando, no los demás. Supongo que los demás pensarán que no estoy haciéndolo bien si no los escucho o no les ayudo. Pero realmente son suposiciones de mi cabeza y esa culpa es la carga más pesada de todas.

 

perdido, a la deriva

Llegó un día en el que empecé a hundirme. Entro agua y más agua y me fui yendo al fondo. Entonces, justo en ese momento, es cuando decido pedir ayuda. Pero claro no cualquier ayuda sirve para rescatarme. Necesitaba una ayuda especializada.  Porque vi claro que seguiría hundiéndome y mi carga conmigo.

 

Gracias a la ayuda recibida conseguí salir a flote, aprendiendo que nadie me puede juzgar ¿Qué esta bien y que esta mal de nuestras acciones al fin y al cabo?

 

El peor juez es uno mismo y nos creamos esa culpa de la que tanto nos cuesta despegarnos. No soy peor persona por no poder con todo lo que me echan encima o por poner límites en mi vida.

 

Seguro que los demás lo entienden, pero la primera persona que tiene que entenderlo soy yo y no nacerá la culpa.

 

He aprendido que la vida es el mar y yo soy el barco que fluye. El agua del mar me ayuda a flotar pero sino tengo cuidado me puedo ahogar.

 

Ahora puedo decir que soy bastante más velero y menos barco de carga. Porque este barco puede cambiar y ser lo que yo quiero que sea.

 

liberate de la culpa

Gracias, barco de rescate.

                                                                                                                    Anónimo

 

 

Desde pequeños tenemos que aprender a vivir en este mundo. Sin embargo no siempre es fácil. Para superar los obstáculos que nos vamos encontrando vamos desarrollando estrategias. Como por ejemplo ayudar a los demás, ser fuerte, no mostrar la vulnerabilidad… Estas estrategias pueden llegar a resultar obsoletas en nuestro presente. Poniendo conciencia en nuestra forma de afrontar la vida podemos decidir cuáles de nuestras acciones nos están ayudando y cuáles nos están saboteando. Y desde ahí decidir que tipo de barco queremos realmente ser 🙂

 

Experiencias como las que encontramos en esta carta producen un impacto positivo no solo en el/la autora. Sino que se convierten en una herramienta que puede ayudar a otras personas que se encuentren en una situación similar. Estas cartas de sabios crean una comunidad de personas que han marcado la diferencia. Al fin y al cabo el amor se hace más grande a medida que lo compartimos.

Cristina García Van Nood, psicóloga en Ampsico

 

 

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Adiós, miedo

Adiós, miedo

Adiós, miedo

El lenguaje es el vehículo a través del cual expresamos nuestra realidad y le damos sentido a nuestro mundo. Pero, ¿cómo hablamos de los problemas a los que nos enfrentamos? Es una tarea difícil, y más aún, cuando se trata de situaciones en las que el sufrimiento puede bloquearnos y no dejarnos expresar lo que sentimos. Y es que la forma en la que pensamos y hablamos de nuestros problemas influye tanto que puede contribuir a alimentarlo o, por el contrario, ayudarnos a ver otras perspectivas.

Un recurso poderoso para crear nuevos enfoques a los problemas contra los que luchamos son las cartas terapéuticas, ya que nos ayudan a desarrollar un nuevo lenguaje .

A lo largo de los años, en Ampsico hemos podido leer cartas terapéuticas muy poderosas que han ayudado a parejas a ir más allá de los conflictos que les separaban o  a adolescentes a superar situaciones de bullying. De entre ellas hemos seleccionado una muy especial. Y es que nos gustaría compartir la fuerza y energía que contiene esta carta con la esperanza de que pueda aportar luz a otras personas que se viven atrapadas por el miedo.

Esta carta es para ti:

Despedida al miedo

Hola, miedo
 Hoy quiero despedirme de ti, después de haber convivido contigo durante más de 25 años de mi vida.
 La convivencia contigo ha sido horrible.
He temblado, he sentido taquicardias, he llorado y lo peor de todo es que me he sentido anulada como persona.
Digo había porque ya no lo estoy.
Jamás en mi vida había imaginado que una persona podía sufrir tanto y sentir tanto pánico,
Te odié.
Pensé que nunca me enfrentaría a esta situación y podría gritar:»soy libre”.
Eres un cobarde, solo los cobardes se aprovechan de una persona maltratándola pagando los complejos que te invaden.
Eres un egocéntrico, lleno de complejos que jamás pudiste subsanar.
Querías acabar conmigo pero no contabas que yo tenía mis armas y estas armas son mis hijos y las ganas de salir adelante sin mirar atrás.
Ahora ya te he vencido te he cortado las raíces y caes al suelo sin poder ponerte de pie.
Nunca más vas a poder hacerme daño porque eres mi pasado y de mi pasado solo saco la experiencia para vivir mi presente.
Cierro un capitulo que me ha ocupado el 70 por ciento de mi vida, y jamás volverás a tener la oportunidad de que vuelva a sentirte.
Hasta nunca, miedo.

Por último nos gustaría recordarte que estamos a tu disposición si tienes dudas, preguntas o deseas compartir tú experiencia.

 

 

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