Ideas para cuidar tu amor propio

Ideas para cuidar tu amor propio

Cuando hablamos de amor, probablemente nos viene a la mente distintas situaciones en las que esta emoción es protagonista: momentos en pareja, con nuestra familia, los amigos o incluso con una mascota. Sin embargo, muchas veces nos olvidamos de uno de los amores más importantes, EL AMOR PROPIO, pieza fundamental del puzzle que compone nuestra vida.

Cultivar tu amor propio es escucharte a ti mismx, qué es lo que sientes en cada momento y qué es lo que necesitas; es cuidarte, dedicarte tiempo a ti sin sentir culpa; es aprender a respetarte.

 

Y es ahora cuando toca hacerse la pregunta del millón: ¿Cuánto tiempo le dedicas a esta tarea? Es posible que muchas respuestas sean del tipo «buff me encantaría pero no tengo tiempo» o «¿y esto cómo se hace?». ¡Que no cunda el pánico! Aquí te dejamos 5 ideas sencillas para ayudarte a cultivar tu amor propio. Porque siempre es buen momento para reordenar tus prioridades, para que seas una de ellas.

 

 

Como sabes, en Ampsico cultivamos le amor propio en varios formatos. Por eso te invitamos a participar en la segunda edición de los retos online «Cultiva tu amor propio». ¿En qué consiste? Recibirás retos gratuitos semanales por e-mail para trabajar tu autoestima, relación con os demás y cuidado personal. Ideas concretas y aplicables a tu vida para construir esa historia de amor que no venía en os libros de príncipes y princesas: LA TUYA.

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Aprende porque las dietas fracasan y como evitarlo

Aprende porque las dietas fracasan y como evitarlo

Aprende porque las dietas fracasan y como evitarlo

 

Como sabemos, han acabado las navidades, momento de estar con la familia y de tener relaciones sociales enmarcadas en un escenario de opulencia alimentaria. Quién más y quién menos hemos cogido peso que no deseamos mantener, por lo que es bastante frecuente el ponernos a dieta de cara a encontrarnos mejor y recuperar una forma física deseada.

En el mundo en que vivimos, es común conocer diversas dietas, pero lo paradójico que se desprende de un análisis, es que todas ellas son eficaces y son capaces de producir efectos de adelgazamiento real en quienes las siguen.

El problema esencial de cualquier dieta no reside en su eficacia en sí, sino en su mantenimiento a largo plazo.

En éste análisis, se desprende que, el seguimiento y adhesión a las recomendaciones dietéticas presentan un resultado de un 10%, mientras que si lo comparamos con el seguimiento de la toma de fármacos, asciende a un 80%. Es por eso que parece claro que el problema reside precisamente en la dificultad de llevar a la práctica, y sobre todo a mantener a lo largo del tiempo, las indicaciones dietéticas.

En el caso de que aceptemos seguir una dieta, con las restricciones que ella conlleva, y somos capaces de mantenerla hasta que termine, lo más probable es que adelgacemos. Pero ¿y si no somos capaces de seguir las indicaciones? Estamos abocados a mantener un círculo vicioso de “empezar la dieta”.

 

El motivo de que las dietas y su mantenimiento fracasen, es que todas se basan en el control, de la limitación y del sacrificio. Es por eso que antes o después se vuelven insoportables porque chocan de forma frontal con la sensación básica fundamental en la que se basa nuestra relación con la comida: El placer.

Desde el punto de vista de la terapia estratégica, ante estas situaciones de restricciones dietéticas, tenemos diversas soluciones fallidas, que tendremos que tener en cuenta a la hora de ponernos a dieta:

El efecto de transgresión: Cuanto mayor es la prohibición, mayor es el deseo.

Una forma segura de fracasar ante un proyecto de dieta es prohibirse los alimentos deseados e incluso con más calorías. Debido a que si se prohíbe, se vuelve más deseado y como la crecida de un río, se agolpa el deseo sobre el dique y se desborda o bien rompe el dique y se propaga de forma violenta.

Parafraseando a Oscar Wilde, “no hay nada más irresistible que una prohibición por transgredir”.

El efecto condena: el éxito aparente.

Se refiere a la secuencia que encarna el éxito de lograr estar a dieta y perder kilos de más, mantener el equilibrio durante cierto tiempo y luego, inexorablemente, perder el control y engordar de nuevo. Es como en una condena bíblica, tras haber obtenido, con grandes esfuerzos, el logro de adelgazar, llega el fracaso de verse nuevamente arrebatado por el demonio del hambre compulsiva. Es como en el mito de Sísifo, que:

“fue condenado por Zeus a empujar un enorme pedrusco por una cuesta empinada hacia la cima, para luego verlo rodar hacia abajo y tener que empezar de nuevo, eternamente y sin tregua”.

 

El efecto evitación: Para evitar las tentaciones, renuncio a las sensaciones.

Cuando evitas que te inviten a cenar, comidas de empresa, o cualquier evento social con comida por medio, donde podría poner en peligro el esfuerzo realizado para mantener la línea. Personas que están siempre a la defensiva en cuanto a tentaciones culinarias ya que temen, y con razón, que la menor cesión frente al placer de comer, generaría un rápido colapso de la línea  que les ha costado tanto conquistar. Pero como dijo San Agustín,

“nadie puede vivir sin placer”.

El efecto rebelión: ya que no lo consigo, me dejo llevar.

Cuando el intento de alcanzar y mantenerse en buena forma física falla repetidamente, la persona puede reaccionar, según su carácter, de varias formas, pero una de las reacciones más frecuentes es la rebelión total frente al sacrificio alimentario, por lo que el individuo se deja ir y se abandona por completo al placer de comer y beber. Todo ello con la premisa de Oscar Wilde, para éstas personas

“la única forma de liberarse de una tentación es caer en ella”.

El efecto de lucha continua: debo gastar más de lo que como.

Si seguir una dieta es una meta difícil de alcanzar, parece razonable el pensar que si se consume más de lo que se ingiere en términos calóricos, las cuentas deberían dar un resultado favorable. Si este razonamiento siguiera un fundamento matemático sería perfecto, pero es mayor el esfuerzo psicológico que el físico, ya que si físicamente es posible soportar el ejercicio físico diario prolongado, psicológicamente esto se convierte en una obsesión. La mayoría de las veces el aumento del ejercicio físico lleva a un aumento del apetito, bien sea por el estímulo fisiológico natural del movimiento o bien por una especie de “compensación o premio” por el esfuerzo realizado. Así, cuanto más ejercicio físico realizo, más tiendo a comer, pero cuanto más como, más movimiento físico me veré condenado a hacer, activando así el círculo vicioso.

 

En definitiva, estas soluciones fracasadas, se basan siempre en la máxima de “si no te lo concedes, será irrenunciable…”.

En caso contrario, “si te lo concedes, podrás renunciar a ello”. En esto se basa la forma de proceder para tener éxito en una dieta, desde la posibilidad de empezar a hacer concesiones sin que las restricciones sean el único funcionamiento para poder enfrentarnos al problema de la dieta.

Por tanto, si una solución ante un problema no funciona y se repite, conduce a fracasos adicionales. Si una persona sigue haciendo lo que ha hecho siempre, obtendrá lo que siempre ha obtenido, y si además aumenta la dosis, aumentarán también los efectos obtenidos, por lo que cerraría el círculo vicioso ante los diversos problemas que nos encontramos en la vida.

En definitiva, si se sigue insistiendo en utilizar las mismas soluciones ineficaces, el problema se mantendrá siempre sin resolver. Además, la desilusión ante el fracaso habitual, conduce a una actitud de renuncia ante la aparente “imposibilidad” de perder peso y mantenerse en forma.

 

Siguiendo la experiencia de Albert Einstein

Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”.

 

¿Cómo ayudar a mi hijx con TDAH?

¿Cómo ayudar a mi hijx con TDAH?

“No para quietx ni un minuto”, “Es desobediente y por más que se lo digo no hace caso”, “En clase molesta a lxs compañerxs”… Estas son algunas de las frases más frecuentes entre los padres y madres de niñxs que tienen TDAH, pero ¿en qué consiste realmente este trastorno?

El TDAH (Trastorno por déficit de atención con hiperactividad) es uno de los trastornos infantiles más frecuentes. Afecta mayoritariamente a niñxs en edad escolar, principalmente en educación infantil y primaria. Sus características principales son:

  • Una actividad excesiva o inadecuada que no está relacionada con la tarea que se está realizando. Normalmente esta actividad es vivida como molesta o intrusiva por parte de lxs demás
  • Incapacidad para atender cualquier tarea durante un tiempo determinado.
  • Dificultades en el control o inhibición de impulsos en situaciones sociales o en tareas cognitivas, que puede ir acompañada de una valoración negativa de sí mismx.
  • Problemas las relaciones sociales, tanto con sus iguales como con los adultos, llegando a generar en ocasiones rechazo.
  • Dificultades en el rendimiento escolar, impidiéndole avanzar adecuadamente en su aprendizaje.

 

Uno de los ámbitos de mayor afectación del TDAH es el entorno escolar, siendo el principal protagonista el bajo rendimiento académico. ¿Por qué se ve afectado el aprendizaje en este trastorno?

 

dificultades en el cole de un niño con TDAH

 

¿Cómo puedo ayudar a mi hijx a superar las dificultades en los estudios?

  • Ayúdale a elaborar un horario en el que se planifique las tareas que va a realizar cada día, incluyendo descansos entre una y otra.
  • Es importante que diariamente se trabajen en casa los contenidos aprendidos en clase, dedicando el tiempo necesario para su comprensión.
  • Puesto que la falta de concentración es su principal caballo de batalla, el lugar de estudio debe estar libre de distracciones, evitando televisión, música, objetos en la mesa que no sean necesarios para la tarea, etc.
  • Evita darle más de una instrucción a la vez, ya que es posible que sólo tenga capacidad para atender a la primera de ellas. Una vez conseguida una tarea, podemos pedirle la siguiente y así sucesivamente.
  • No olvides reforzar de forma muy positiva  cada uno de los logros conseguidos. Eso hará que aumente su motivación y su autoestima.
  • Recuerda que el cariño y la paciencia van a ser uno de tus mejores aliados en esta carrera de fondo. Tu hijx no se comporta de la manera en la que lo hace por aburrimiento o por pasotismo; simplemente su cerebro tiene una forma diferente de procesar la información.

 

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Estrategias para manejar la ira

Estrategias para manejar la ira

La ira es una de las emociones que forman parte de nuestro “paquete básico”, ese con el que contamos desde el momento de nacer. Labios cerrados y apretados o por el contrario boca muy abierta, ceño fruncido, cara roja… son algunas de las expresiones que nos harían reconocer esta emoción en cualquier parte del mundo.

 

La ira suele aparecer en situaciones de conflicto, ya sea con nosotros mismos o con otras personas, cuando sentimos que se nos ha tratado injustamente o cuando vemos difícil conseguir una meta importante para nosotros.

 

Por las sensaciones que nos provoca, solemos meter a la ira dentro del “saco” de emociones desagradables, y como tal tendemos a evitarla. Pero se nos olvida algo importante y es que, como todas las emociones, la ira también tiene una función: nos predispone a la acción en un intento de protegernos contra aquello que nos provoca malestar. Esta función es adaptativa cuando nos impulsa a hacer algo para resolver un problema o cambiar una situación difícil, pero también puede conllevar riesgos de inadaptación cuando se expresa de manera inadecuada.

 

Cuando experimentamos ira se ponen en funcionamiento tres tipos de respuesta diferentes:

  • Una respuesta corporal, en la que nuestro cuerpo recibe una llamada de alerta, preparándose para el ataque o la defensa.
  • Una respuesta cognitiva, que vendrá determinada por la interpretación que hagamos de esa situación concreta.
  • Una respuesta motora, es decir, qué conducta vamos a llevar a cabo.

Este fragmento de la película «Del revés» refleja muy bien cuál es la expresión de la ira y cómo entran en juego estos tres tipos de respuesta.

 

¿Cómo podemos gestionar la ira?

Estas son algunas de las estrategias que pueden ayudarte en el manejo de esta emoción:

estrategias manejo ira

 

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Relaciones tóxicas: Qué son y cómo detectarlas

Relaciones tóxicas: Qué son y cómo detectarlas

Cuando catalogamos  algo como tóxico, por ejemplo una sustancia, queremos decir que ésta nos puede producir algún daño, que es mala para nuestro organismo. Del mismo modo, podemos hablar de relaciones tóxicas, en este caso, enfocadas en el ámbito de pareja. Son aquellas en las cuales uno o los dos miembros de la relación sufren y les genera mucho malestar emocional. Vamos a describir más detalladamente cuáles son las principales características de este tipo de relaciones.

Para empezar, una de las señales más evidentes tiene que ver con las faltas de respeto y descalificaciones, que pueden darse de forma unilateral o mutua. Se produce entonces una especie de dinámica perversa, en la que el  objetivo del ataque es minar al otro y ostentar una posición de dominio y superioridad, creando así una relación de poder asimétrica.

El chantaje emocional es también característico en las relaciones tóxicas de pareja. Esta situación ocurre cuando uno adopta el papel de víctima y tiende a culpabilizar reiteradamente a la otra persona de todos sus males, de sus dificultades y de sus problemas. Se expresa en forma de presión y amenaza hacia el otro, poniendo condiciones y advirtiendo de consecuencias indeseables en el que caso de que la otra persona haga algo que le enfade. Quizás lo entendamos mejor con un ejemplo. A mí me gustaría salir de vez en cuando con mis amigas a tomar algo, pero mi pareja me dice abiertamente que le molesta, y además añade “tú verás lo que haces”, “si te vas es que no me quieres tanto como dices”. Este tipo de comentarios pueden hacer que la otra persona deje de lado sus deseos y preferencias por “contentar” a la pareja y evitar así que ésta se enfade, pero esto no es más que una estrategia de manipulación afectiva que posiblemente se seguirá repitiendo con cierta frecuencia y consolidará un modo de relacionarse culpabilizador y limitante.

Por otra parte, en este tipo de relaciones además pueden aparecer comportamientos de control, la desconfianza y los celos; todo ello, una vez más, lo puede ejercer sólo uno de los miembros de la pareja o darse de modo recíproco. Normalmente, detrás de todo ello, se encuentra el miedo a perder al otro, pero desde un punto de vista de posesión, como un objeto que piensa/n que le/s pertenece. Quien lo sufre se ve sometido/a a una intensa angustia y tensión, porque se ve siempre teniendo que dar explicaciones, y por desgracia, éstas casi siempre son insuficientes para desmontar lo que habitualmente es una creencia irracional relacionada con una supuesta infidelidad (o tentativa de la misma).

En resumen, las relaciones tóxicas suponen para las personas que se encuentran atrapadas en ellas un enorme desgaste emocional. Lo primero para poder salir de ese atolladero consiste en identificar algunos de estos indicadores que acabamos de explicar. Recuerda que una relación sana se construye sobre unos pilares fuertes: respeto, confianza, apoyo mutuo, libertad para decidir y expresar opiniones… Una relación afectiva debería sumar, no restar, que nos sintamos plenos/as y sobre todo, que nos permita ser nosotros/as mismos/as. Si ves que hay algo de lo que has leído hasta este momento con lo que te identificas, actúa, pide ayuda: la línea que separa lo tóxico de una situación de maltrato es muy, muy delgada. Date permiso para elegir quién quieres que esté a tu lado, tienes ese derecho: nuestra recomendación es que lo ejerzas.

Begoña López

 

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